sábado, 26 de febrero de 2011

Respuesta a Santiago Alba Rico, acerca de Libia.

En estos días estamos asistiendo a una notable división ideológica entre los izquierdistas de todo el mundo ante la inestabilidad política en diversos países del mundo árabe. Esta división ha alcanzado su punto álgido en el caso de Libia. El filósofo Santiago Alba Rico, que tantos libros y artículos memorables ha publicado y cuya actividad de difusión del pensamiento marxista es de las más notables en este país, ha publicado un artículo en Rebelión dirigido críticamente contra una parte de la izquierda -en la que me siento incluida- a propósito de los acontecimientos en Libia. Quisiera aquí mostrar mis puntos de desacuerdo con ese artículo.

Antes, una cuestión terminológica. En esta exposición voy a utilizar la expresión "transnacionales" para referirme, de modo metonímico, al complejo entramado de poder económico, político y militar cuya función es trabajar para que la lógica expansionista del capital encuentre los menos obstáculos posibles. Puede sustituirse, si se desea, por "Occidente", "imperialismo USA", "OTAN", etc.

Salvando inevitables matices, y centrándonos, para no complicar aun más la cuestión, en Libia, podemos resumir así el punto clave de discrepancia.
-Para unos, las revueltas de Libia tienen origen en los deseos de libertad y prosperidad del pueblo. Estas revueltas se están llevando a cabo sin la participación o apoyo de las transnacionales. Es más, se producen en contra de esos intereses. Cuando los líderes políticos y los medios de comunicación que representan a las transnacionales dicen apoyar a los rebeldes, mienten. Lo que pretenden es engañar a los revolucionarios e intentar volver a encauzar la situación para que las cosas sigan como estaban.
-Para otros, las revueltas de Libia están instigadas y apoyadas por las transnacionales. Los libios que honestamente han participado en la revuelta están siendo utilizados por ellas. Cuando los líderes políticos y los medios de comunicación que representan a las transnacionales dicen apoyar a los rebeldes, están diciendo la verdad. Lo que pretenden es derrocar a un líder y a un sistema político que ya no les interesa.

Santiago Alba Rico y Alma Allende, en su artículo aparecido el 24 de Febrero en Rebelión, sostienen con nitidez el primer punto de vista y critican la ignorancia o ceguera política no ya de quienes sostienen el segundo punto de vista, sino de Fidel Castro, Hugo Chávez y Daniel Ortega. El error de éstos últimos sería, según Alba Rico, mucho más grave tanto por su condición de líderes ideológicos como de mandatarios con capacidad para apoyar al régimen libio.

Semejante acusación exige argumentos. Veamos los que aporta el artículo de referencia.
La mayor parte del mismo está dedicada a describir la trayectoria política de Gaddafi. En ella queda en evidencia que Gaddafi es un criminal y que, además, es aliado de las transnacionales. Pero en realidad esta parte podrían habérsela ahorrado sus autores. Creo que la mayoría, si no la totalidad, de los que hemos adoptado el segundo punto de vista, aceptamos, reconocemos y condenamos tanto los crímenes de Gaddafi como sus pactos con las transnacionales. El punto de disensión no es si el régimen de Gaddafi es malo o no sino quién está intentando derrocarlo y por qué.
Y sobre esto, el artículo apenas aporta argumentos, ni fácticos ni lógicos.
Nosotros, en cambio, aportamos los nuestros.
-Partamos de un punto claro de acuerdo entre nosotros: Gaddafi es un tirano criminal y un fiel servidor de las transnacionales, al menos lo es indubitablemente desde el 2003. Pues bien, si es así, hagámonos preguntas, como el propio Santiago Alba pide en su artículo:
a) ¿Por qué Gaddafi no es apoyado por los gobiernos y los medios que trabajan para esas transnacionales, sino que, al contrario, es denostado y amenazado?
b)¿Por qué han esperado hasta ahora los militares rebeldes para rebelarse contra él?

La respuesta que suele darse a a) es que los líderes políticos, los medios y los hombres de negocios que trabajan para las transnacionales están haciendo como que están en contra de Gaddafi, pero en realidad están a favor.
La respuesta que suele darse a b) es que, ante la magnitud de la revuelta popular, los militares han decidido cambiar de bando.
Alba Rico nos acusa de utilizar "plantillas universales de la lucha antiimperialista, con sus teorías de la conspiración y su paradójica desconfianza hacia los pueblos."
Sin embargo, la respuesta a a) no puede ser más conspiranoica. Los medios dicen que Gaddafi es malo porque en realidad lo quieren apoyar y los gobiernos amenazan y condenan a Gaddafi porque en realidad quieren que siga en el poder es una frase que hasta el más conspiranoico consideraría absurda.
Y la respuesta a b) presupone que, hasta ahora, Febrero de 2011, no ha habido revueltas populares significativas en Libia, pues de lo contrario no se explica que los militares no las hayan apoyado. Eso sí que es una paradójica desconfianza hacia los pueblos, un insulto a los que han sido masacrados por Gaddafi en los últimos años y una notable falta de documentación historica. Ninguna de las masivas revueltas libias, egipcias o argelinas de los últimos 30 años ha recibido apoyo del presidente de los EE.UU. ni del ABC o la CNN. Y, no por casualidad, tampoco ninguna ha ido acompañada de una sublevación del ejército.

Ahora nos toca responder a nosotros a esas preguntas:
a)¿Por qué no es Gaddafi apoyado por los gobiernos y los medios que trabajan para las transnacionales, sino que, al contrario, es denostado y amenazado?
Para contestar adecuadamente la pregunta, es útil reformularla así: ¿por qué no fue apoyado hasta 2003, fue apoyado de nuevo a partir de entonces y hoy vuelve a no ser apoyado? Estos cambios en los apoyos los he resumido aquí. Pero pueden ser resumidos aun más contestando así a la pregunta: Porque en 2003 Gaddafi abrió las puertas a que las transnacionales se apropiaran de buena parte de los recursos naturales del país y en 2009 amenazó con cerrarlas de nuevo, sintomáticamente, tras mantener reuniones y firmar pactos de cooperación con Venezuela.
b) ¿Por qué han esperado hasta ahora los militares rebeldes para rebelarse contra Gaddafi? Sencillamente porque ellos, al contrario que Santiago Alba Rico, saben que ahora van a contar con la ayuda de algo más que unos cuantos miles de libios armados con banderas. Por eso no lo han hecho hasta ahora. Son militares y saben perfectamente que el modo de derrocar a un régimen como el de Gaddafi exige tener más poder militar -disuasorio o efectivo- que él. Ahora o lo tienen o creen que pueden tenerlo.
Eso no es conspiranoia, es triste realismo, que por desgracia tanto suele escasear en los filósofos de izquierda.

Hay otros aspectos del artículo que me parecen criticables. Por ejemplo, su teoría de que "no hay en los levantamientos populares árabes ni asomo de socialismo, pero tampoco de islamismo" solo podría ser en parte aceptable si se refiere a éstos levantamientos populares, a los de 2011. Pero ¿se puede mantener tal cosa de los levantamientos populares de los últimos treinta años en, por ejemplo, Argelia o Egipto? Precisamente el hecho de que los revoltosos de 2011 no tengan que ver con los revoltosos de los últimos 30 años debería ponernos en alerta de que seguramente esos revoltosos no son genuinos revoltosos. Quizá por ello sean los únicos revoltosos bendecidos por la Fox o por Hillary Clinton.

Dice Santiago Alba “Fusil contra fusil” es la canción de la revolución; “misil contra civil” es algo que no podemos aceptar. Pero el poder retórico de tal argumento pierde toda su fuerza por el hecho -quizá menos claro cuando fue redactado el artículo- de que los bombardeos a la población civil a los que tantas veces alude son una mentira y, por cierto, de calibre muy grueso. Que en una situación de golpe de estado, el gobierno amenazado bombardee una ciudad que controla, en vez de una ciudad rebelde es una idea demencial.


Pide Santiago Alba unión a los antiimperialistas. Yo también. Y una buena manera de lograr esa unión es tener un poco de humildad. El filósofo y ensayista no puede pretender desde su despacho saber más de revoluciones populares y golpes de estado que Fidel Castro, Hugo Chávez y Daniel Ortega desde sus trincheras respectivas.


Dios maldiga a los imperialistas.

El 26 de Julio, el presidente de la recién nacida república egipcia, Gamal Abdel Nasser, tomó la decisión de nacionalizar el Canal de Suez, que hasta entonces se encontraba en manos de capitalistas franceses e ingleses, principalmente. Pagar peaje por cruzar el Canal es un negocio redondo, especialmente teniendo en cuenta que éste es el camino que deben utilizar los barcos petroleros de Oriente Medio que quieren llevar su carga a Europa. Para hacernos una idea, baste indicar que el peaje de la reciente e insólita travesía de dos barcos iraníes por el canal ascendió a 200.000 dolares. Es decir, el peaje de dos barcos equivale al salario mensual de 1.000 egipcios. Tan formidable fuente de ingresos había permanecido desde siempre en manos de los accionistas europeos. Cuando Nasser decidió que esa fuente de riquezas debía pertenecer a los egipcios, los gobiernos francés y británico entraron en cólera. Se sentían legitimados a seguir explotando el canal, y argumentaban que fue construído en 1869 con el capital de inversores franceses e ingleses. Nasser respondió que en los cien años que llevaban sacándole dinero, la inversión estaba más que amortizada. Y que, puestos a ver quién había invertido más en la construcción del Canal, las vidas de los 120.000 egipcios que murieron en su construcción daban bastante más derecho a su propiedad que cualquier cantidad económica.
Más justos no podían ser los argumentos, pero el caso es que no convencieron a los capitalistas, que ordenaron a sus marionetas parlamentarias respectivas que declarasen la guerra a Egipto. Israel se unió a los invasores, es de suponer que para dar un paso más hacia el proyecto politico de Ben Gurión, el Gran Israel, ese imperio que debía extenderse "desde el Nilo al Eúfrates.".El débil ejército egipcio no pudo resistir el ataque conjunto de tres superpotencias militares y fue barrido por la alianza anglo-franco-sionista en la península del Sinaí. Pero con lo que no contaron es con que el pueblo egipcio no se iba a dejar dominar tan fácilmente. Tras meses de encarnizada resistencia los invasores no consiguieron controlar ninguno de los territorios que su maquinaria de guerra masacraba. Para colmo, EE.UU., en plena guerra fría, no se atrevió a intervenir por miedo a la URSS.
De modo que, finalmente, el pueblo egipcio consiguió controlar el Canal y los mercenarios tuvieron que abandonar el país.
Durante esta heroica resistencia popular, se puso de moda un himno, cuya música es francamente horrible, pero que tiene una letra muy hermosa. Dice así:

¡Dios es el más grande!
¡Dios es el más grande!
Él está por encima de las asechanzas de los que nos atacan,
Él es el protector de los oprimidos.
Con la fe y con las armas defenderé mi nación
y la luz de la justicia brillará en mi mano.
¡Cantad conmigo!
¡Cantad conmigo!
¡Dios es el más grande!
¡Dios es el más grande!
¡Dios, Dios, Dios es el más grande!
Dios está por encima de los que nos atacan.
¡Oh, mundo, mira y oye!
El ejército del enemigo está a punto de llegar,
quiere destruirnos,
pero con la justicia y con las armas lo repeleremos.
Si he de morir, que antes me lleve a uno de ellos por delante.
¡Cantad conmigo!
¡Dios maldiga a los imperialistas!
Dios está por encima de los tiranos traicioneros.
¡Dios es el más grande!
Alabemos a Dios, compañeros,
agarremos a los tiranos y acabemos con ellos.

Hablo de este himno porque, varios años despues de su creación, en 1969, el hoy tristemente famoso Gaddafi lo eligió como himno nacional de Libia. Algunos de sus versos, resultan estremecedoramente proféticos a la luz de los actuales acontecimientos: "El ejército del enemigo está a punto de llegar, quiere destruirnos, pero con la justicia y con las armas lo repeleremos." Tampoco anda descaminado el himno a la hora de caracterizar al enemigo como imperialista y traicionero, pues ciertamente no es otra la naturaleza ni otro el estilo de las mentiras que las multinacionales están difundiendo para justificar la invasión.
Una vez más quiero aclarar que denunciar las sucias maniobras que se están empleando para acabar con la soberanía de Libia no implica considerar que ni su líder ni su régimen sean maravillosos. Gaddafi ha hecho enfurecer, como Nasser en su tiempo, a los capitalistas europeos por anunciar la nacionalización del petróleo. Pero fue él también quién les abrió las puertas hace ocho años, traicionando los ideales de su Libro Verde. Él apoyó la política criminal de EE.UU de "War on Terror" y permitió a la CIA torturar y asesinar en sus cárceles, como la de Abu Salim.
Pero no hay que perder de vista que los ataques militares dirigidos por la CIA que se están produciendo en Libia y que se nos venden como revuelta popular no tienen por objeto liberar a los libios de Gadafi, sino expoliarlos aun más: robarles lo único que tienen: el gas, el petróleo y el agua, y dejarles la arena del desierto para comer.

jueves, 24 de febrero de 2011

Gaddafi: Repsol no perdona.

Es muy bonito ver al pueblo enfrentándose a un dictador que lleva más de 40 años en el poder. Nuestros hermosos sentimientos están a flor de piel y nos encanta que este tirano Gaddafi tenga justamente el aspecto ridículo que debe tener todo tirano. El cine nos enseña que los tiranos no son personas morigeradas y vestidas de civil, sino fantoches con extrañas manías.
Pero si somos un poco menos sentimentales, debemos comprender que el pueblo libio no se ha podido levantar en armas contra su Coronel sólo por su peculiar gusto en el vestir, ni por su nulo talante democrático. Al fin y al cabo ambas cosas le llevan caracterizando a lo largo de los últimos 40 años. Así que vamos a ver qué cosa ha podido hacer el coronel en los últimos meses para enfadar a la población de este modo. Usemos Google.
Creo que ya lo tenemos. Esta noticia es muy interesante. Aunque es de la Agencia EFE, en su momento (justo el año pasado) apareció sobre todo en la prensa económica. He aquí el titular:


2004: Gadaffi bueno - 2009 Gaddafi malo.
Bueno, ya sabemos que eso de nacionalizar los sectores clave de la economía siempre disgusta mucho a la población. A Chávez le pasó lo mismo. Justo cuando empezó a nacionalizar bancos y empresas petroleras extranjeras -entre ellas, también Repsol- es cuando el pueblo empezó a levantarse contra él -o eso nos dijo El País.
Pero vayamos aun más atrás en el tiempo.
En 2003, tras la invasión de Irak, Gaddafi, que hasta entonces había sido considerado un terrorista por EE.UU., rogó a Bush y a Berlusconi que, por favor, visitasen su país, pues él también poseía armas químicas y de destrucción masiva y estaba deseoso de que ellos mismos las destruyeran, pero "por las buenas", no como en Irak. El pobre Gaddafi no quería verse como Saddam, es evidente. La propuesta fue aceptada y Gaddafi pasó a ser un amigo de Occidente. Ser amigo de Occidente significaba que el bloqueo de tantos años era levantado a Libia, pero, sobre todo, que las empresas extranjeras aterrizaban en el país para adueñarse del petróleo, de las infraestructuras y hasta del agua.
En 2004, comienza el desembarco en Libia de las grandes empresas del mundo libre, portadoras de esa libertad intrínseca a toda privatización.
Aquí comprobamos cómo Tony Blair, en nombre de las petroleras Shell y BP, ofrece su mano a Gaddafi y olvida el pequeño incidente de Lockerbie.
En El País, el periódico de referencia para todo lector serio y de izquierdas, también se congratulaban de las "vías de cooperación" que se iniciaban para las grandes empresas españolas. Y es que, como contaba entusiasmado un miembro de la patronal española: "más allá de la petroquímica y el gas, abren un mundo todavía por descubrir en los campos de la electricidad y las desalinizadoras". Qué bonito, qué ganas tienen nuestros empresarios de cooperar, de darles agua a los sedientos libios.
En 2007, otra vez podemos leer a El País presumiendo del buen rollo que se respira entre Zapatero, S.M. el Rey de España y el exótico líder Libio. Ante las protestas del bueno de Llamazares por un recibimiento tan estupendo, el "experto" pepero de temas islámicos, Gustavo de Arístegui, razonó que Gadafi era mejor que Saddam Hussein, porque el iraquí mató a cientos de miles de personas y el segundo solo a miles. Es curioso escuchar al mismo Arístegui ahora en la COPE, tres años después, hablando de Gaddafi como del mayor criminal de la historia.


Civiles con armas y militares enrollados.
A partir de esta fecha, Gaddafi recibe varias visitas de Hugo Chávez -el presidente que fue capaz de nacionalizar el petróleo de su país- y establecen pactos comerciales. En 2009 ocurre lo que ya hemos mencionado al principio de este post, el líder libio afirma que las empresas petrolíferas van a volver a ser nacionalizadas.
Y hoy ocurre lo que nos dicen los períodicos con apabullante unanimidad, desde Gara a La Razón: Al Jazeera destaca que columnas de civiles armados, dirigidos por abogados y médicos, por "intelectuales", se están adueñando de varias ciudades del país. La cosa es chocante. ¿De dónde han sacado las armas los civiles libios? ¿Quiénes son esos médicos, abogados e intelectuales que han abandonado de pronto el bufete y el fonendoscopio por el fusil y los galones? ¿Cómo es posible que el temible ejército de Gaddafi no sea capaz de acabar rápidamente con esa panda de amateurs? Propongo a cualquiera que imagine a un grupo de civiles, dirigidos por abogados y médicos que protestan por las reformas laborales de Zapatero tomando el control de Barcelona ante la impotencia de los Mossos, de la Policía Nacional y del Ejército. Bueno, lo cierto es que esta noticia tan fantástica queda un tanto explicada cuando, de entre la vorágine de noticias surrealistas y contradictorias, comprobamos que buena parte de los generales del ejército libio se han rebelado.

Cazas Sukhol-22 contra manifestantes.
Por otro lado se nos dice que el ejército libio, en un acto inaudito -y en esto tiene razón el imponderable Arístegui- bombardea Trípoli para acabar con los manifestantes. ¡Utilizar bombardeo aéreo para disolver una protesta! A veces creo que los medios de comunicación toman por idiotas a sus lectores. Y, leyendo lo que leo por ahí, incluso por parte de personas de probada postura crítica, va a ser que tienen razón. Cuando tenga una plaga de hormigas en mi casa, creo que le prenderé fuego -conmigo dentro. La noticia del bombardeo ha sido desmentida por el hijo del dictador, que ha invitado a los medios a que entren en Trípoli y comprueben que tal cosa es falsa. Se dirá que su juicio no es fiable. Pero escuchemos entonces las declaraciones de este tipo, un venezolano antichavista y anti-Gaddafi residente en Libia -es de suponer que por temas de "negocios" que, inocentemente, declara ante los medios que él no ha visto ningún bombardeo. Dejo el link y recomiendo ver el vídeo antes de que en la agencia EFE se den cuenta de la metedura de pata y lo borren. El gazapo está en 0:41. "No hubo bombardeos ni esas cosas"

Castro habla (en vano).
Fidel Castro explicó breve y claramente hace ya tres días lo que ocurre en Libia y alertó sobre lo que seguramente iba a ocurrir. A pesar de ello, la mayoría de los izquierdistas de todo el mundo, sedicentes leninistas, siguen sin enterarse (*). Qué poder tiene la TV.

El nuevo Saddam Hussein.
La izquierda abertzale y el PP, el Rey y el PSOE, Repsol y Amnistía Internacional, la CNN y Al-Jazeera, todos al unísono jalean la espontánea y milagrosa revuelta del pueblo libio, que recibe armas no se sabe cómo y que se rebela justo cuando Gaddafi iba a hacer algo bueno por él, nacionalizar el petróleo. Porque esto no es un golpe de estado, no. Es una revuelta popular. Es verdad que los generales de Gaddafi se han declarado en rebelión y han tomado varias ciudades, pero, no. Esto no es un golpe de estado. Es una revolución colorista y floral, como tantas otras que abren las puertas a Repsol y a la libertad, para crear una nueva Libia, con un Gaddafi ahorcado o linchado por las masas.
En uno de sus últimos patéticos discursos, Gaddafi afirmó que las revueltas en Libia están organizadas por al-Qaeda. No le falta razón al hombre. Al-Qaeda es otra forma de llamar a la CIA.

(*) Al terminar de redactar este artículo compruebo con alegría que algunos blogs amigos como Cuestiónatelo todo o La Imprenta de Far muestran también un punto de vista crítico sobre las supuestas revueltas populares de Libia.

miércoles, 23 de febrero de 2011

Compota de manzana.

La compota es un postre tradicional de Euskal Herria y muy típico de las Navidades. Ahora está dejando de consumirse en favor de propuestas mucho más sanas y naturales, como el turrón de chocolate y los polvorones industriales. A ver si no terminamos cambiando el besugo por la panga...
Pero la compota "de diario" que propongo hoy es bastante más sencilla y digestiva que las compotas navideñas tradicionales, hechas básicamente de ciruelas y orejones. También es muy refrescante para tomar entre horas.
Puede acompañarse con miel, helado, nata, frutos secos, etc.


Ingredientes:
-Manzanas (mis favoritas son las reinetas)
-Azúcar moreno.
-Canela.



Modo de elaboración:
Como digo, la cosa no puede ser más simple. Pelamos las manzanas, quitándoles el corazón y las cortamos en forma de obleas o monedas finas. Las colocamos en una olla, cubriéndolas apenas de agua.
Añadimos azúcar al gusto y las espolvoreamos de canela en polvo.
Las mantenemos a fuego lento y tapadas hasta que adquieran una consistencia parecida a la mermelada. La casa se llenará de un aroma delicioso. Dejamos que se enfríe y a disfrutar. En la nevera se conserva muy bien y fresquita está muy rica.
Buen provecho.

domingo, 20 de febrero de 2011

Carlos Tena: "Hoy el enemigo del fascismo no es Lenin, sino el profeta Mahoma."

Leyendo el siempre tan divertido y estimulante blog de Carlos Tena me encontré con esta frase suya que, como musulmana y comunista, me impresionó muy gratamente. Luego he estado dándole vueltas porque quería ver si, aparte de una afirmación épatant, podía considerarse como un destello de verdad que pudiera iluminar mejor el peculiar estado de la lucha anticapitalista en el mundo.
La obra teórica de Marx fue fundamental para desmontar el mito de que el capitalismo es el sistema económico natural que se establece entre propietarios libres e iguales. Muy al contrario, dejó en evidencia que el capitalismo solo puede funcionar si la mayor parte de la población es expropiada violentamente de sus medios de producción, de modo que lo único que tengan de valor para vender sea "su propio pellejo", su fuerza de trabajo. El conocimiento y comprensión de qué es y cómo funciona el sistema económico es necesario para poder enfrentarse a él. Pero ¿cómo lograr que la masa de ciudadanos que no tienen nada que vender más que su pellejo adquieran este conocimiento?
Lenin ideó el sistema del partido de vanguardia. Consiste en formar militantes que permanezcan dentro de esa masa de proletarios pero que tengan las capacidades intelectuales y personales necesarias para concienciar al resto de sus compañeros. El partido de vanguardia debía estar sometido a una disciplina férrea para evitar los más que previsibles ataques en forma de infiltrados que intentarían debilitar desde dentro la estructura e ideas del partido. En la Rusia zarista el sistema funcionó bien y también tuvo un éxito similar posteriormente -con alguna que otra variante- en otros países como China, Vietnam o Cuba. En España estuvo a punto de triunfar y solo una larga y costosa intervención militar apoyada por las potencias capitalistas logró evitarlo.
Sin embargo cabe preguntarse por qué ese sistema tan exitoso en algunos países fracasó y sigue fracasando tenazmente en Europa o Norteamérica. Es indudable que casi todos los países de Europa occidental han tenido, antes y después de la 2ª Guerra Mundial, unos magníficos partidos de vanguardia, tanto por la formación intelectual de sus integrantes, como por su honestidad y capacidad de entrega y lucha. Podría responderse que la burbuja artificial del estado de bienestar en la que el sistema capitalista mundial mantuvo a Europa Occidental por miedo a la URSS fue la responsable. En aquellos años de la guerra fría, un proletario británico, francés o alemán podía llegar a ser conscientes de que sólo tenía para vender su fuerza de trabajo. Pero como aquella fuerza de trabajo era pagada artificialmente bien, no veían muchos motivos para iniciar una revolución. Podrían muy bien pensar: "Es verdad que no tengo nada con lo que ganarme la vida, salvo mi trabajo. Y también es verdad que eso, en teoría, podría ser aprovechado por mis jefes para explotarme. Pero en la práctica eso no ocurre: mis jefes son generosos, no abusan demasiado de su posición de poder y el estado además vela porque así sea." Así que ¿para qué iniciar una revolución?
Esta explicación, la implantación del estado del bienestar, sería más que suficiente para justificar el fracaso del sistema de Lenin en el primer mundo durante la Guerra Fría. Pero ¿por qué continúa fracasando en el tercer mundo o incluso en los países de Europa Oriental tras las contrarrevoluciones de 1989-1991?
Para el tercer mundo la respuesta podría muy bien consistir en que las condiciones infernales de absoluta destrucción, de caos, enfermedad y muerte imposibilitan cualquier revolución organizada. La necesidad es verdad que puede contribuir a estrechar las redes sociales. La esperanza o el recuerdo de tiempos mejores pudo permitir que la gente de Stalingrado o de Mauthausen no sucumbiese y perviviesen lazos de solidaridad. Pero el hambre arrastrada de generación en generación, en una población que ni ha conocido ni espera otra cosa, lo destruye todo, a los humanos y a sus redes sociales. Implantar un partido de vanguardia en un país en el que la enfermedad y el hambre no permiten a la mayoría de la población superar los 30 años de vida, es demencial. Es obvio que se necesitan unas mínimas condiciones previas.
Pero ¿cómo explicamos que en países depauperados pero no hambrientos y que han disfrutado no hace mucho de situaciones mucho mejores tampoco funcione el sistema de partido de vanguardia? Las crónicas que nuestro compañero José Luis Forneo nos envía desde Rumanía nos muestran a un país que gozaba hace solo 30 años, bajo la hoz y el martillo, de cosas como vivienda, educación y sanidad gratuítas y que hoy enfila un proceso de imparable empobrecimiento y destrucción de las mínimas garantías sociales. A pesar de ello, a pesar de incluso tener aun muy fresco en la memoria un sistema mejor, denominado oficialmente comunismo, los esfuerzos de la nueva vanguardia comunista rumana apenas pueden movilizar a un puñado de sus compatriotas.
Pero la cosa se hace aun más sorprendente si comprobamos que los países sudamericanos en los que en los últimos años se ha logrado alcanzar un sistema socialista o que avanza hacia el socialismo (Venezuela, Bolivia, Ecuador) el proceso no parece haber tenido nada que ver con lo indicado por Lenin.
De este repaso histórico y geográfico parece que cabe concluir que la concienciación necesaria para la revolución bajo el método explicado por Lenin funcionó en países y tiempos determinados, pero que no ha funcionado ni funciona en otras muchas situaciones. No quiero decir con esto, como se afirma tan alegremente por los anticomunistas, que las teorías marxistas-leninistas ya no funcionen. Marx sigue siendo la herramienta teórica clave para comprender qué es el capitalismo. Y quizá haya aportaciones teóricas de Lenin plenamente válidas hoy. Pero parece claro que su método para concienciar a las masas explotadas, tan exitoso en otras circunstancias, no es un metodo de validez universal.
Podríamos pasar ahora a sugerir dónde está el fallo, por qué el partido de vanguardia ya no funciona como en la Rusia de 1917, en la actual Rumanía, México o la India. Los motivos creo que son aquí netamente ideológico-culturales. Imaginemos la actividad de un miembro de la vanguardia comunista en la Rusia de hace un siglo, o en la España de los años 30. Lo vemos estudiando a Marx y a Lenin, participando en las movilizaciones sindicales como proletario que es, perfectamente al tanto de la teoría general marxista como de la realidad concreta de su fábrica o su latifundio. Lo vemos transmitiendo sus conocimientos de economía y política a sus compañeros, redactando octavillas. Hasta aquí en nada se diferenciaría de lo que intenta hacer un comunista de vanguardia de hoy. Pero imaginemos ahora a los compañeros a los que ese comunista de hace un siglo se dirigía. La mayoría de ellos nunca habrá acudido a una escuela, o lo habrá hecho apenas unos meses. Aunque algunos sepan leer, su nivel económico y sus agotadoras jornadas de trabajo les impiden el acceso a esas diversiones de las que gozan las familias de propietarios: periódicos, revistas, obras de teatro, libros... Una octavilla, un periódico, una charla sobre economía, sobre historia o sobre filosofía, no digamos ya un libro, eran para estos proletarios de hace cien años artículos de lujo. Sus mentes, despiertas y vírgenes, como las de un campo fértil sin explotar, captaban enseguida el contenido de aquellas octavillas, leídas por la noche, a la luz de un candil, con el interés con el que se hacen las cosas nuevas y prohibidas. No solo captaban su contenido intelectualmente, además, se hacían cargo de él, y ésto es lo más importante. Lo que las octavillas o los mítines del camarada decían interpelaban directamente a la conciencia de los obreros, les movían a la acción, porque a esos obreros nunca nadie se había ocupado de explicarles nada, de abrirles los ojos a la historia, a la ciencia, a la idea de la dignidad del hombre. Era como la lluvia cayendo en una tierra sedienta: hasta la última gota de esas ideas fue aprovechada para dar el fruto de una revolución.
Así eran los compañeros a los que se dirigían las vanguardias del partido hace cien años en Rusia o España. Pero ¿son así los compañeros del año 2011 en Rumanía, en México, en Colombia? En absoluto. El sistema capitalista ha aprendido muy bien la lección de la Revolución Rusa y le ha puesto remedio con un invento que ideó la Alemania nazi y que perfeccionó y globalizó EE.UU.: el bombardeo de información a la población depauperada. Un aparato de TV en cada favela, podría ser su lema. Cuando el camarada del partido de vanguardia llega con su octavilla a esa favela, la familia ya ha recibido infinidad de folletos publicitarios a todo color y que prometen cosas mucho más bonitas y divertidas que Marx y su revolución; ya han recibido la visita de varios predicadores evangelistas que les han prometido la felicidad de un modo más cómodo, pacífico y espiritual, ya han recibido la visita de varios candidatos políticos que les han prometido agua corriente y recogida de basuras sin que ellos tengan que preocuparse nada... Y si no han recibido visitas, ya habran visto miles y miles de horas de ideología capitalista en una TV que muestra todo de manera sencilla, colorista y excitante. La labor del partido de vanguardia de Lenin en este contexto está condenada al fracaso.
Pero hay todo un mundo que parece, al menos en su mayor parte, inmune a esta inundación de basura ideológica via mass media: los paises de tradición islámica. En estos países EE.UU. no ha podido operar con la facilidad con que lo ha hecho en el resto de África. El petróleo y el valor geoestratégico de Oriente Medio no han podido expropiarse con la absoluta brutal impunidad con la que se saquean, por ejemplo, las inmensas riquezas de el Congo. Los países islámicos por alguna razón presentan una enorme resistencia a ser tercermundizados. El caso de Somalia es paradigmático. Son países que han llegado al siglo XX en una situación de subdesarrollo tecnológico y de dependencia colonial no distinta a la de los países del África subsahariana, pero a los que no ha sido fácil sumir en el caos. Porque el caos es la situación ideal para el capitalismo, como muestra el libro La doctrina del shock, de Naomi Klein. EE.UU. solo ha podido lograr gobiernos aliados a sus intereses, pero, al fin y al cabo, gobiernos con cierto grado de soberanía. Los países del Magreb, con sus dictaduras y monarquías aliadas de EE.UU., o incluso el reino medieval de Arabia Saudí y sus diversos emiratos despóticos deben ser tratados por EE.UU. como países soberanos y aliados, no como países caóticos en los que se puede entrar a robar impunemente. Precisamente ésto es lo que se está intentando lograr ahora con las revoluciones en Túnez, Egipto, Argelia, Libia, etc. Se intenta mandar de una vez por todas a esos países al grupo del tercer mundo, países sin gobierno, sin ley, sin estado: países caóticos que son el paraíso del capitalismo. Pero la experiencia de Palestina, Afganistán o Irak nos habla de que eso no es tan fácil. Estos países son hoy un caos, sí, pero el capitalismo no acaba de operar con comodidad en ese caos, precisamente porque algo llamado Islam está ahí logrando dos cosas. Primero, resistir sobrehumanamente a años y años de brutal represión. Segundo, mantener unas redes sociales, una organización, una unidad contra las que nada pueden las torturas o las emisiones de TV.
En la República de Irán, el Islam, en su vertiente chií, que acepta el martirio como algo consustancial a la lucha por la justicia social, la rebelión contra el capitalismo ha cristalizado en un gobierno joven y fuerte que se atreve a plantar cara, también militarmente, a la apisonadora bélica capitalista. Sus ciudadanos, a pesar del bombardeo mediático, parecen inmunes a la propaganda occidental. No desean, como la mayoría de los alemanes del este o los rumanos de 1970, vestir, pensar y vivir como los norteamericanos. Alguien podrá decir que los iraníes no desean seguir el American Way of Life porque la censura les impide conocerlo. Pero, supuesto que tal censura existiese, también existía en los países socialistas y de nada servía para impedir que buena parte de los ciudadanos de aquellas repúblicas se creyeran el cuento de que al otro lado del telón de acero todo era lujo y libertad. Lo realmente significativo es que, aunque los palestinos, los afganos, los iraníes o los iraquíes creyesen toda esa propaganda, no por ello desearían cambiar sus ideas, sus valores, sus costumbres. A esta impermeabilidad a la propaganda capitalista es a lo que nuestros medios de comunicación llaman fanatismo.
Si, como reciente conversa al Islam se me preguntase ¿qué tiene entonces el Islam que protege tan eficazmente contra la tentación del American Way of Life, que logra mantener redes sociales en las situaciones más parecidas al infierno, que logra avivar la esperanza allí donde ya nada invita a ella, que permite a sus fieles preferir un pasaje del Corán a un late night show?
Si se me preguntase eso no sabría qué contestar. Lo considero un milagro.






jueves, 17 de febrero de 2011

Judíos en Irán (II)

En la entrada anterior pudimos comprobar cómo la situación de los judíos en Irán contradice con hechos las acusaciones que los medios lanzan contra los líderes revolucionarios, equiparándolos con el régimen nazi. Un vistazo a Google nos confirmará que esta equiparación ha calado en las conciencias de la población occidental: las caricaturas de Ahmadineyad con una esvástica o cualquier otro símbolo parecido son infinitas.
Los hechos, sin embargo, hemos visto ya que contradicen contundentemente tales acusaciones. Con ello debería bastar para desmontarlas, pero también me parece interesante resumir ahora cuáles son las ideas de la revolución iraní acerca del judaísmo en particular y de la pluralidad religiosa en general. Aunque él no es propiamente un ideólogo, me centraré específicamente en las declaraciones del propio Ahmadineyad, para que no haya duda de que este hombre, acusado de odiar a muerte a los judíos y de ser un fanático religioso, también está de acuerdo con lo que tal o cual ayatollah o intelectual iraní opina al respecto.

-En primer lugar, es necesario recordar aquí una de las mentiras más exitosas de la campaña mediática contra Irán -junto con la supuesta lapidación de Sakineh y el ahorcamiento bajo supuesta pena de homosexualidad. Se trata de una campaña previa a la invasión y a los varios intentos de revolución verde, que en estos días vuelve a ser invocada. Pues bien: la otra gran mentira que ha tenido éxito es la famosa frase atribuída a Ahmadineyad "Israel debe ser borrado del mapa." El hecho de que la inmensa mayoría de los telespectadores no tenemos la menor idea de la lengua persa facilita la manipulación. Sin embargo, quien desee comprobar qué es lo que realmente dijo Ahmadineyad, con pruebas y traducción palabra por palabra, puede consultar este magnífico artículo o su traducción al castellano. La traducción correcta sería: “El Imán (se refiere a Jomeini) dijo que este régimen que ocupa Jerusalén debe desaparecer de la página del tiempo”. Es evidente que vaticinar que un régimen terminará por desaparecer no es lo mismo que amenazar con destruir una nación. Lo que desea Ahmadineyah -y Jomeini, y cualquier persona de bien, desde luego- es que el "régimen" sionista que actualmente gobierna Israel sea historia, no que Israel, o los judíos sean "borrados del mapa". Por cierto, que la frasecita "wipe out the map" es lo suficientemente yanki, fascista y hollywodiense como para comprender que nunca la puede haber pronunciado un persa con buen gusto y cierto nivel cultural. Los persas no wipe out nada, los únicos que llevan haciendo eso desde hace tres siglos son los anglosajones.
Esta acusación se basa además en la intencionada confusión que llevamos denunciando todo el rato: se nos hace creer que sionista y judío es lo mismo, o incluso que sionista y semita es lo mismo. Un grupo de asesinos se pretende adueñar no ya de la etnia y la religión judías, sino de todos los semitas del mundo.

-Pero Ahmadineyad, lógicamente, sabe distinguir muy bien entre la política criminal sionista y la religión judía. En este vídeo, por ejemplo, podemos verle recibiendo a un grupo de judíos jaredíes de Nueva York, que le ofrecen sus respetos y que le explican que la religión judía no solo no tiene nada que ver sino que condena explícitamente el sionismo.
Los jaredíes son los que aquí conocemos como judíos ultraortodoxos. Contrariamente a lo que la propaganda nos pretende hacer creer, el sionismo no es el resultado del fanatismo religioso de ciertos grupos de judíos especialmente celosos de su fe. Todo lo contrario: el sionismo es un movimiento esencialmente político-nacionalista, no religioso, y muchos de sus mayores impulsores se han declarado ateos.
Así pues, los judíos realmente religiosos saben que la Torah, como es lógico, prohibe los crímenes horripilantes que los sionistas perpetran a diario. Además, concretamente el Talmud (Ketubot 111a) exige a los judíos no fundar un estado por la fuerza. Para los judíos religiosos, el Reino de Israel solo será instaurado al final de los tiempos y por fuerzas divinas, no humanas.

-Por último, me parece imprescindible escuchar este discurso pronunciado por Mahmud Ahmadineyad en Isfahan. Creo que es una excelente muestra del ideario político-religioso de la revolución iraní, que podríamos resumir así: la revolución islámica iraní es tolerante con las religiones que no son el Islam, las respeta y las valora, cree en sus principios de rectitud y justicia. A quienes combate la revolución iraní es a quienes oprimen a la gente, a los que dicen ser musulmanes, judíos o cristianos pero incumplen las exigencias de justicia que sus respectivas religiones les imponen.


miércoles, 16 de febrero de 2011

Judíos en Irán. ( I )

La República de Irán cuenta con la mayor población judía de Oriente Medio, tras el estado de Israel. Es además una comunidad muy antigua, que data de los tiempos de Ciro de Persia. Teniendo en cuenta que la TV y los periódicos nos dicen que su presidente, Ahmadineyad, es un antisemita que odia a los judíos y que los quiere ver a todos muertos, debe suponerse entonces que esas 30.000 personas lo deben estar pasando muy mal. Por lo menos tan mal como los palestinos en los Territorios Ocupados.
Pero lo cierto es que la Constitución iraní los reconoce y protege como minoría religiosa. El propio ayatollah Jomeini publicó en los comienzos de la Revolución un decreto para que los judíos fueran respetados y protegidos. Sólo en Teherán cuentan con 6 carmicerías kosher, 11 sinagogas y 5 escuelas hebreas. El sistema educativo público iraní proporciona enseñanza religiosa judía para los niños que así lo deseen, en sustitución de la islámica. El hospital benéfico judío Dr. Sapir, en Teherán es uno de los cuatro que existen en todo el mundo. Se mantiene con aportaciones caritativas de los judíos y también con ayudas del gobierno iraní. La comunidad judía cuenta con sus propias bibliotecas, periódicos, cementerios, centros benéficos, etc. Estos datos y otros muchos pueden obtenerse de la descripción que ofrece un líder religioso judío de Teherán.
La Constitución iraní exige que un puesto en el parlamento debe ser siempre ocupado por un judío para representar a su comunidad. En las últimas elecciones legislativas de 2008, esas que según la TV fueron fraudulentas, la mayoría de los judíos iraníes votó a Ahmadineyad.

Todo esto no encaja con lo que nos cuentan sobre el fanatismo religioso de Irán. Ni con el antisemitismo de sus líderes, tan frecuentemente comparados con Hitler. Es fácil leer por ahí que tras la Revolución de 1979 muchos judíos tuvieron que huir de Irán. Esto es cierto, pero lo que no se dice es que no huyeron por ser judíos, sino porque vieron que la justicia social que practicaba la Revolución perjudicaba sus intereses. No huyeron los judíos, huyeron los ricos, de entre los cuales, como es lógico, había algunos que eran judíos. Los judíos humildes se quedaron con el resto de gente humilde en Irán, apoyando la Revolución, y es evidente que no se han arrepentido. Por tanto, no hubo ninguna motivación religiosa en esa huída: fue el mismo tipo de motivación que llevó a Miami a los oligarcas cubanos tras el éxito de Castro. De hecho, esos judíos ricos que tan a gusto estaban con el déspota Reza Pahlevi parece que no le tuvieron en cuenta su pasado nazi: el reinado de Pahlevi padre fue el único momento de la historia de Irán en que los judíos fueron realmente perseguidos.

Cabe hacerse esta pregunta: ¿Quién vive mejor? ¿Un musulmán en Israel o un judío en Irán?
La respuesta nos la puede dar esta noticia. Recientemente, una asociación norteamericana, formada por evangelistas y sionistas ha ofrecido 10.000 dólares a los judíos iraníes si emigran a Israel. Pues bien: prácticamente ninguno ha aceptado la generosa oferta...

Os dejo un pequeño documental sobre este caso de unos judíos que no se creen el cuento del paraíso sionista y que no venden su tranquilidad y su dignidad por dinero.


lunes, 14 de febrero de 2011

El misterio de Mr. Peel.

Edward Gibbon Wakefield fue uno de esos pioneros descritos de modo tan elogioso por las noveluchas de aventuras decimonónicas que han vendido esa imagen del lord británico que surca los mares del Sur. Por eso el arquetipo de lord aventurero que todavía hoy tienen las masas es el de un hombre sumamente instruído, de exquisitos modales pero al mismo tiempo aguerrido y valeroso, un modelo a envidiar, a seguir y con el que soñar. (El último subproducto cultural de esta calaña es Indiana Jones.)
Pero la realidad es muy distinta. Los lords aventureros no eran por lo general más que unos delincuentes que sembraban robo y destrucción por los pocos paraísos en los que el hombre "civilizado" no había puesto aun sus sucias botas. En concreto, Wakefield se dedicó a expoliar y asesinar a los habitantes de Nueva Zelanda y el sur de Australia, todo ello para acrecentar su economía personal. Fue premiado y halagado por ello y ocupó un puesto en el democrático Parlamento británico. Y ello a pesar de que fue acusado de secuestrar a una niña de 15 años, rica heredera, para forzar así un ventajoso matrimonio con ella. Pero al final ninguna de sus heroicas hazañas -secuestrar niñas, matar indígenas indefensos- se ha hecho tan célebre para la posteridad como el hecho de que Karl Marx lo mencione en uno de los más interesantes pasajes de El Capital, concretamente en el último capítulo del tomo I.
Y lo menciona porque Wakefield, con su sentido práctico de la rapiña, fue el primero que comprendió que el capitalismo no era lo que los teóricos clásicos del liberalismo decían que era.

Ocurrió todo a raíz de un misterioso suceso: el fracaso de la empresa de Mr. Peel en Australia.
Thomas Peel decidió fundar una colonia en la desembocadura del río Swan, en lo que hoy es la ciudad de Perth. Fundar una colonia significaba reproducir exactamente el tipo de sistema que en la metrópoli permitía a unos capitalistas enriquecerse a base del trabajo ajeno.
La teoría del libre mercado, expuesta desde Adam Smith, concebía el capitalismo como un proceso natural: los individuos libremente establecían un pacto por el que unos vendían su trabajo y otros sus mercancías a cambio de un precio. Ese precio no viene impuesto por ninguna ley: simplemente la libre competencia es la que lo determina de manera natural. Así, según este esquema, el trabajo de un carpintero o un kilo de patatas terminan pagándose por el precio que realmente es justo mediante la natural ley de oferta y demanda. Esta bonita descripción del capitalismo es algo en lo que todavía muchos creen y en lo que, para su desgracia, también creía Mr. Peel.
Así pues, Thomas Peel obtuvo permiso de la corona para establecer una colonia. El pionero empresario lo previó todo, según la teoría capitalista: un buen capital con el que partir (50.000 libras), herramientas y centenares de trabajadores ingleses cualificados y de probada entrega. Es decir, Mr. Peel lo llevaba todo para hacer sus negocios: en lenguaje marxista, llevaba medios de producción (capital, tierras y herramientas) y fuerza de trabajo (obreros).
Sin embargo la cosa salió fatal. Al poco tiempo, en expresión de Marx, "el señor Peel se quedó sin un sirviente que le tendiera la cama o que le trajera agua del río." Todos los trabajadores de la colonia se habían marchado y le habían dejado a él con su parcela de tierra vacía. ¿Cómo era posible que esos trabajadores, tan responsables y entregados en Inglaterra, se hubieran vuelto unos haraganes en la salvaje Australia? La mayoría de ellos, tras dejar plantado a su jefe, se internó por las tierras del país y, matando, esclavizando y robando a los indígenas, pronto se convirtieron ellos también en prósperos terratenientes. Algunos de los antiguos empleados de Mr. Peel llegaron incluso a ser más ricos y poderosos que él.
Pero ¿qué es lo que había fallado? El primero en darse cuenta fue precisamente Edward Gibbon Wakefield, igual de ladrón que Mr. Peel pero más astuto que él. Su descubrimiento lo expone en su obra "A View of the Art of Colonization".
La clave, según Wakefield, es que no basta con llevar capitalistas a las colonias, como se creía hasta ese momento: lo esencial es llevar trabajadores asalariados. Y es que un trabajador asalariado no es simplemente cualquier persona que pueda trabajar, sino una persona que no tiene otra manera de vivir que vender su fuerza de trabajo. Éste es el fallo de Mr. Peel: él llevó en su barco a personas que en Inglaterra sí que eran trabajadores asalariados, pero cuando llegaron a Australia se dieron cuenta de que podían ganarse la vida de mil maneras mejores que vendiendo su fuerza de trabajo. Así que rápidamente dejaron solo al señor Peel y a sus herramientas. Sin trabajo asalariado, la suma de dinero no servía de nada y las herramientas no eran más que chatarra: ninguna de ambas funcionaban ya como capital. Los trabajadores del señor Peel podían robar tierras a los indígenas y montar su propia granja, por ejemplo. O podían montar sus propios talleres de artesanía, pues el costo en materiales y suelo era ridículo. O, sin más, podían vivir como los indígenas y llevar una tranquila vida salvaje, tumbados en una hamaca y limitándose a recolectar los alimentos que la naturaleza les ofrecía gratis. Nada de eso era posible en Inglaterra.

Con este caso Marx ilustra magníficamente ese elemento que los teóricos del capitalismo no habían sabido o no habían querido ver y que es, como lo demostró el caso Peel -y otros muchos semejantes- esencial: las relaciones de producción.
Para que otros señores Peel pudieran prosperar era preciso establecer en Australia las mismas relaciones de producción que en Inglaterra. Esto es, había que haber exportado no solo dinero, herramientas y personas, sino también las relaciones de producción necesarias.
¿Y en qué consisten esas relaciones de producción? Pues básicamente en despojar por la violencia o el engaño a las personas de cualquier posible medio de ganarse la vida y obligarlas, así, a vender su fuerza de trabajo. Y esto es justamente lo que se hizo en Australia, una vez que los capitalistas comprendieron dónde estaba el fallo. ¿Por qué el capitalismo no funcionaba en Australia? Pues no funcionaba porque el capitalismo no es un sistema que surge naturalmente, como decía la teoría, sino que precisa de una acción violenta por parte del estado para evitar que los trabajadores puedan ganarse la vida sin tener que vender su fuerza de trabajo. Así que el gobierno británico, obedeciendo a los capitalistas (para eso están los gobiernos) privatizó las tierras de Australia y estableció por ley unos precios difícilmente alcanzables para nadie que no fuese un capitalista, desde luego mucho más altos de lo que la ley de oferta y demanda establecía. Gracias a ello se consiguió obligar a los colonos que llegaban a Australia a tener que vender su fuerza de trabajo con el objetivo -realista o no- de independizarse algún día y comprar uno de aquellos carísimos terrenos.
Hoy en día esto sigue funcionando: vemos cómo las multinacionales procuran por todos los medios aniquilar los modos tradicionales de ganarse la vida de los indígenas, expulsándolos de las tierras, destruyendo sus bosques, contaminando sus ríos o imponiéndoles cultivos de semillas transgénicas, con copyright. Todo ello para que pasen a ser personas que ya no pueden vivir por sí solas, sino que precisan que alguien les contrate para poder comer, es decir, para que dejen de ser productores libres y pasen a formar parte de la gran masa de trabajadores asalariados que, por su sobreabundancia, abarata hasta el mínimo el precio de su fuerza de trabajo.
Seguramente este es el punto clave de la obra de Marx: el capitalismo no funciona de manera "natural" mediante la justa competencia de individuos libres y que, partiendo de condiciones iguales, llegan unos a la riqueza y otros a la pobreza. Eso es la bonita teoría. Pero el caso de las colonias ilustra que a esa teoría le falta explicar que el capitalismo en realidad no surge de ni consiste en la libre concurrencia, pues de ser así fracasaría, sino en una intervención violenta que expropia a los trabajadores de sus medios de trabajo para obligarlos a trabajar para otro so pena de morir de hambre.
Marx concluye el primer tomo de su obra -el único que terminó- con esta frase, que es la clave de bóveda de su análisis del sistema capitalista:

Sin embargo, no nos concierne aquí la situación de las colonias. Lo único que nos interesa es el secreto que la economía política del Viejo Mundo descubre en el Nuevo y proclama en alta voz: el modo capitalista de producción y de acumulación, y por ende también la propiedad privada capitalista, presuponen el aniquilamiento de la propiedad privada que se funda en el trabajo propio, esto es, la expropiación del trabajador.

Ni que decir tiene que la mayoría de los periodistas, de los historiadores, o de los economistas siguen haciendo como que este hallazgo científico nunca ha tenido lugar. Opinan y explican la economía como si esto no hubiera sido explicado y demostrado fehacientemente hace 150 años, como si Marx nunca hubiese existido. Siguen hablando del capitalismo como un sistema económico que surge natural y pacíficamente, frente a otros sistemas, como el socialismo, que han de ser impuestos por la fuerza. Es como si doscientos años después de Galileo todo el mundo académico hubiera seguido hablando de la Tierra como el centro inmóvil del Universo.
De hecho, es significativo que las enciclopedias, incluso, nos siguen contando que la colonia de Peel fracasó por "la mala calidad de la tierra" o "por su falta de capacidad organizativa", ignorando la verdadera causa explicada no ya por Marx, sino por uno de los suyos, Mr. Wakefield.

sábado, 12 de febrero de 2011

Algunos trucos para la Salsa Bechamel.

Antes de los trucos hagamos, como es habitual, un poco de historia. Quienes sigan los rollos que a menudo suelto en este blog sobre los orígenes de tal o cual receta, no se sorprenderán si les digo que, una vez más, la salsa Bechamel debió ser introducida en Francia por Catalina de Médicis. El nombre que actualmente posee se lo debemos a una larga serie de falsedades y noticias apócrifas que nos ofrecen una lección acerca de cómo los laureles nunca los otorga la Historia a quien los merece. Podemos decir sin miedo a exagerar que la única perola que justamente ha sido coronada por el laurel es la del estofado.
Las Memorias de la Marquesa de Croquy afirman que el vizconde Béchameil de Nointel reclamaba la autoría de la "salsa blanca" -que es la otra manera de llamarla. Pero hemos de tener en cuenta, por un lado que, tras esta afirmación, la marquesa de Croquy relata este malicioso comentario del duque de Escars:
"¡Es afortunado, este pequeño Béchameil!. ¡Yo, que ya hacía servir las más deliciosas aves a la crema veinte años antes de que él viniera al mundo, nunca he tenido la felicidad de poder dar mi nombre ni a la más modesta de las salsas!."
Para colmo, en la época del absolutismo francés era muy frecuente que los aristócratas se apropiaran de los inventos de sus siervos para ponerles su nombre. Así que, suponiendo que la salsa blanca hubiese sido realmente introducida en Francia por el vizconde de Béchameil, quien realmente la inventó fue su cocinero, del que nada sabemos -salvo que habría hecho muy bien en añadir cianuro a la receta. Las cosas no han cambiado: ahora los grandes accionistas de los oligopolios son los dueños reales de las obras de músicos, escritores, científicos, etc.
Por si esto fuera poco, la obra en que se transmite la noticia, las memorias de la marquesa de Croquy, son probablemente una falsificación del siglo XIX.
En resumen, que llamar a esta salsa Béchamel es como llamar académico a Pérez-Reverte.

Vamos ahora a dar algunos trucos para la elaboración de la salsa.
La bechamel es de esas recetas que nos hacen creer en la magia o, por lo menos, en la emergencia de lo cuántico en el mundo visible. Por más que se midan con precisión cantidades y temperaturas, hay a quienes les salen grumos, mientras que hay también otros que, echando los ingredientes a ojo, siempre consiguen una textura fina. Si estás en el primer grupo, recurre a la batidora. Si el destino hace trampas contigo, estás legitimado a hacerlas tú también.

Comenzaremos distinguiendo entre tres tipos de bechamel en función de su espesor. Cada una es apropiada para un tipo distinto de aplicación:
1. Bechamel ligera, es decir, la idónea para acompañar pasta, verduras, carnes y pescados o para gratinar.
2. Bechamel mediana: la ideal para un relleno.
3. Bechamel espesa, destinada a elaborar croquetas.
El tipo de densidad dependerá de la cantidad de harina y mantequilla que le pongamos, pero hay varios trucos que nos ayudarán a conseguir una bechamel bien ligada.
-Debemos emplear siempre la misma cantidad de mantequilla y de harina.
-Debemos mezclar ambas a fuego lento para que se amalgamen bien y evitar el sabor a engrudo.
-La leche que incorporaremos lentamente debe estar caliente -aunque hay quienes dicen que no, que debe estar fría. Ya he dicho que esto de la bechamel es todo un misterio...
Teniendo esto en cuenta, la manera de cocinar la bechamel es esta: colocamos en una sartén a fuego muy lento mantequilla derretida, añadimos la misma cantidad de harina y mezclamos bien con una varilla o una cuchara de palo. Cuando la mezcla empiece a burbujear y a adquirir un cierto tono tostado, incorporaremos la leche, poco a poco, sin dejar de remover la mezcla. Por último, sazonamos con una pizca de sal y otra de nuez moscada.
Las cantidades adecuadas en función de la bechamel que vayamos a preparar son las siguientes:
1. Para la ligera: 50 gramos de mantequilla y 50 de harina por litro de leche.
2. Para la mediana: 80 gramos de mantequilla y 80 de harina por litro de leche.
3. Para la espesa: 120 gramos de mantequilla y 120 de harina por litro de leche.

Con estos trucos, espero que otengáis una bechamel perfecta y deliciosa. Si no, seguramente no sea culpa mía, sino de alguna variable no controlable. ;)

Finalmente, podemos condimentar nuestra bechamel con especias como pimienta blanca, negra, clavo, etc. También podemos añadirle un toque de mostaza, salsa de tomate, curry o queso y cebolla finamente rallados. Esto en función del plato al que vayamos a destinarla. Además, mezclando con la leche caldo de pescado, verdura o carne, obtendremos una crema deliciosa, denominada velouté, que se puede servir como primer plato.

Para sacarle partido a vuestra salsa, sugiero dos recetas que podéis encontrar en este blog: hojaldre de bacalao y espinacas y croquetas de bacalao.
Buen apetito.

martes, 8 de febrero de 2011

Los estatutos de Sortu.

Sortu es el nombre del nuevo partido cuyos estatutos fueron presentados ayer en Bilbo por Rufi Etxeberria e Iñigo Iruin. Existía expectación por conocer si en esos estatutos se producía una condena expresa de ETA. En efecto, así ha sido. El abogado Iruin, encargado de exponer su contenido jurídico-político, dio lectura a su Artículo 3 en el que se dice lo siguiente:

"El nuevo partido desarrollará su actividad desde el rechazo de la violencia como instrumento de acción política o método para el logro de objetivos políticos, cualquiera que sea su origen y naturaleza; rechazo que, abiertamente y sin ambages, incluye a la organización ETA, en cuanto sujeto activo de conductas que vulneran derechos y libertades fundamentales de las personas."

Hay que aclarar, con Iruin, que, aunque lo que se ha popularizado por la prensa es la expresión "condena", lo que la Ley Orgánica del Régimen Electoral General exige es, exactamente, "rechazo" y "separación" expresas a los cargos electos, no "condena."
Cabe preguntarse qué van a hacer ahora el Gobierno y los tribunales, si seguir buscando excusas para ilegalizar el partido o finalmente dejar que éste se presente a las elecciones. Cabe preguntarse también qué apoyo social tendrá la nueva formación, una vez aceptadas las condiciones impuestas por la Ley de Partidos.
Lo que me gustaría comentar sobre la presentación de la nueva Izquierda Abertzale, dejando de lado la explícita condena a ETA, son más bien sus presupuestos ideológicos que se deducen de la intervención más política de Etxeberria, pero también de la intervención más jurídico-técnica de Iruin.
Etxeberria, como es habitual en la izquierda abertzale, ha centrado su atención en la cuestión del derecho a decidir, para lo cual aboga por el establecimiento de acuerdos entre un arco amplio de agentes sociales en ausencia de violencia, pero ha concedido un espacio bastante menor a la cuestión del socialismo. De todos modos, ha dicho expresamente:

"Hemos sido y somos independentistas, somos socialistas, creemos en la nación vasca y su legítimo derecho a decidir su futuro, creemos en otro modelo socioeconómico para una sociedad más justa y solidaria."

Hubiera estado bien un poco más de concreción en este punto, pues una frase como ésta podría perfectamente haber figurado en el programa del PSOE o en los estatutos de cualquier ONG.

Está claro que con presupuestos tan poco definidos y biensonantes será mucho más fácil lograr esa acumulación de fuerzas que desea Sortu. La cuestión es ¿logrará Sortu esas mayorías democráticas, esa política de alianzas amplia y eficaz de las que habla Etxeberria si propone políticas realmente socialistas como, verbi gratia, la nacionalización de los sectores estratégicos del país, como ha hecho Chávez en Venezuela? ¿Es siquiera planteable un proyecto que haga efectivo un cambio político en la senda independentista sin tener en cuenta que una hipotética independencia del Reino de España no libraría a Euskal Herria de la dependencia de la UE, del BCE o el FMI? Estas instituciones son de facto las que gobiernan la actual política vasca y ninguna de ellas es accesible por vías estrictamente políticas y democráticas, (vías a las que promete limitarse Sortu), pues ninguna de estas instituciones se somete a elecciones ni control alguno por parte de los ciudadanos. Es decir, las instituciones que imponen los modelos sociales y políticos no son democráticas, pero, sin embargo, se impone a quienes pretenden cambiarlas que lo hagan por vías democráticas so pena de ser ilegalizados.
Esta consideración enlaza con la exposición jurídica de Iñigo Iruin, que establece qué acciones o planteamientos ideológicos rechaza o asume el nuevo partido para poder amoldarse a lo que la ley le exige.
Por ejemplo, afirma que

"la nueva organización promoverá y defenderá como parte de su programa político un modelo de sociedad acorde y coherente con el concepto de “sociedad democrática” definido en el Convenio Europeo de Derechos Humanos."

Conviene reseñar que el Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH) es quien en última instancia decide sobre los casos de vulneración que ese Convenio (CEDH) define. En su jurisprudencia, y en relación con el artículo 11 de dicho CEDH, que regula el derecho de asociación y reunión, dicho Tribunal ha definido que la "Dictadura del Proletariado" o el "Islamismo" son incompatibles con la democracia y, por tanto, los partidos o asociaciones que defiendan estos principios expresamente deben ser lilegalizados. En sus actuaciones concretas, el Tribunal ha considerado justificada la ilegalización del Partido Comunista de las Tierras Vascas, dándole la razón al Ejecutivo Español, y del partido turco Refah Partisi, cuyo delito era su condición de islamista. Esta condición de islamista le era atribuída por proponer que en Turquía hubiera una legislación acorde con el Islam para los musulmanes y otra de carácter laico para los no musulmanes. En el plano sindical, este Tribunal cuyo modelo de sociedad democrática asume Sortu, se ha caracterizado por decisiones tan sociales como darle la razón a la empresa Panrico, que despidió a cuatro trabajadores por publicar una caricatura de carácter sexual en el boletín de su sindicato.

El mencionado artículo 3 de los estatutos de Sortu, según expone Iruin establece así mismo lo siguiente:

Rechazo de las diferentes formas de manifestación de la violencia y el terrorismo, tal y como legislativamente han sido definidas en los diferentes apartados del Artículo 9 de la Ley Orgánica 6/2002, de Partidos Políticos - cuyos contenidos literales se dan por reproducidos e integrados en esta declaración-.

Confieso mi estupor. Sortu no solo acata sino que parece hacer suyas las definiciones del Artículo 9 de la Ley Orgánica 6/2002, que no es otra que la tristemente célebre Ley de Partidos a la que se han opuesto abiertamente formaciones mucho más "moderadas" como EA o IU.
Pero vuelvo al texto clave del articulado de los estatutos:

"El nuevo partido desarrollará su actividad desde el rechazo de la violencia como instrumento de acción política o método para el logro de objetivos políticos, cualquiera que sea su origen y naturaleza."

Ello significa, si se es coherente con dicho principio, que Sortu deberá rechazar a organizaciones como el EZLN de México, a los diversos grupos palestinos de resistencia y a prácticamente todos los grupos de personas que hoy se están jugando la vida para escapar de la opresión.

En resumen, mientras el PSOE sigue enviando tropas a Afganistán, vendiendo armas, apaleando a manifestantes y tolerando y/o amparando la violencia empresarial y policial hemos de alegrarnos de que al menos Sortu se comprometa a intentar arreglar todo esto poniendo la otra mejilla.

Texto completo de los Estatutos de Sortu.

sábado, 5 de febrero de 2011

Sorbete de yogur.

Los sorbetes llegaron de Oriente a Europa a través de los árabes que se asentaron en al-Andalus. éstos a su vez los habían recibido de los persas y éstos de los chinos. Durante la Edad Media se tomaban sorbetes en al-Andalus mezclando nieve con zumos de frutas y hierbas aromáticas. La nieve se conservaba en grutas, prensada y con sal, de modo que incluso en verano podía disponerse de ella. Más tarde, también desde China penetraron en Europa los helados a través de Catalina de Médicis -de la que ya hemos hablado aquí en relación con el Pato a la Naranja.
El sorbete que vamos a proponer es muy refrescante y de sabor delicado, nada dulzón, pensado más bien como aperitivo o para tomarse entre plato y plato que como postre.
El yogur queda muy poco camuflado por los demás ingredientes, por lo que es recomendable que, si podemos, consigamos un yogur natural de buena calidad. Yo tengo la suerte de que en la tienda de la esquina disponen de una marca excelente, artesanal. Como he visto que tienen tienda online, os dejo aquí el link, por si os interesa probar una de las (muchas) exquisiteces de mi tierra.



Ingredientes:

-200 gr de yogur natural.
-1 cucharadita de azúcar.
-1 pizca de sal.
-Un pellizco de canela,
-Menta o hierbabuena fresca,
-Hielo picado.


Modo de elaboración:
Este sorbete no puede ser más sencillo de preparar. solo tenemos que introducir todos los ingredientes en la batidora y darles una vuelta. La única complicación que puede surgir es que no tengáis picahielos en casa, como me ha pasado a mí. Bueno, pues si tenéis un martillo o algo parecido también os vale. Meted los cubitos en una bolsa de plástico, ponedlos todos juntitos en una superficie dura y atizadles unos cuantos golpes... jeje...
Aunque, quizá sea una receta más bien veraniega, como he dicho, es muy refrescante y digestiva.
Así que buen provecho.

viernes, 4 de febrero de 2011

El Ché disparaba.

Así es. Del mismo modo que las leyes del mercado capitalista obligan a incluír al lado de ciertos iconos de la cultura pop letreritos como "Marca Registrada" o el nombre de la multinacional propietaria del icono, la imagen del Ché reproducida gratuitamente miles de millones de veces debería incluir por ley esta frase.
El Ché disparaba.
El Ché disparaba y fue disparado por disparar a los que ostentan el monopolio de los disparos. El Ché disparaba y fue disparado mientras en la CIA alguien se inventaba la estupidez del Flower Power. El Ché disparaba y fue disparado mientras nos decían que los corderos pueden convencer a los lobos de que no los maten. Y mientras el mundo era sojuzgado y masacrado, los izquierdistas europeos y norteamericanos mostraban su desacuerdo tocando la guitarra, tomando LSD o practicando el amor libre.
Parece mentira que todavía hoy haya quien lleve camisetas del Ché y condene "todo tipo de violencia" con esa frase tan bien aprendida que delata su procedencia no sincera, su recitado al dictado como el catecismo de antaño. La violencia no se combate condenándola, sino combatiéndola. Y mientras los progres condenan todo tipo de violencia la policía y el ejército combaten solo una, la de los que se defienden de la opresión. La otra violencia, la originaria, la de los opresores no es combatida, solo "condenada."
Pero no es posible ser tan ignorante. Detrás de esta aparente ceguera debe operar casi siempre un mecanismo psicológico de autojustificación cobarde, que es el que tapa los ojos ante semejante incongruencia.
La violencia contra el capital no es una opción ideológica, es una obligación ética como lo pueda ser la violencia contra una epidemia mediante antibióticos. Y el capitalismo es responsable de más muerte y sufrimiento que cualquier epidemia que haya sufrido la humanidad.
"El Ché disparaba", este es el magnífico título de la nueva maqueta del rapero de Lleida Pablo Hasél. Cuando nuestros intelectuales de izquierda se dedican a hablar de pamplinas en revistas que solo compran ellos mismos y nuestros insulsos artistas de izquierdas mamonean con la Sinde y las subvenciones del Ministerio, las frases cargadas de razón y de futuro, la música y la letra comprometidas, la llama del humanismo y los valores de dignidad y libertad, se refugian entre cartones en el suburbio de los raperos.
Ya han hablado de él otros blogs compañeros, pero yo no quería dejar de hacerlo en el mío.
Os dejo una entrevista a Pablo Hasél realizada por Cincuentaytresdias, un link para bajaros la maqueta y una muestra en este vídeo de lo que escribe Pablo Hasél. Creo que no es necesario que os guste el rap para al menos valorar la rotunda y valiente verdad de estas rimas.






Violencia y armonía.
La renuncia a la utilización de la violencia es más pura que el intento de acabar la violencia con la violencia. El pacifista está más seguro de sí mismo, y cuando él mismo experimenta la violencia, ésta no le refutará a él, que la ha detestado. Su vida es más armónica que la del revolucionario, y a éste le puede parecer aquél, en algunas situaciones, como la luz en el infierno. ¡Qué visión: el hombre de la violencia, vencido por su enemigo, yaciendo impotente en el suelo; ahora él, así como los por él dirigidos, convertido en lastimoso objeto de la violencia extraña, y el Ángel, para quien la violencia en sí siempre fue lo peor, en situación de prestarle ayuda, puesto que su principio lo ha protegido! Pero, ¿qué ocurriría si la humanidad, sin aquellos que en todas las épocas producen su liberación con la violencia, cae más profundamente en la barbarie? ¿Y si la violencia fuese necesaria? ¿Y si compráramos nuestra «armonía» con la renuncia a la ayuda efectiva? Esta pregunta anula la tranquilidad.

(Max Horkheimer - Ocaso)

martes, 1 de febrero de 2011

Musa al Sadr, el imam desaparecido.

El 25 de Agosto de 1978 Musa al Sadr tomó un avión en el Aeropuerto Internacional de Beirut que le llevaría a Trípoli. Iba acompañado de su ayudante Sheikh Mohamad Yaacoub y del periodista Abbas Badreddine. Ese año el ejército israelí había efectuado uno más de sus muchos intentos fallidos de invasión del Líbano. El Imam Musa al Sadr era probablemente el líder más respetado del Líbano por aquel tiempo y para intentar alcanzar una postura conjunta internacional frente a la nueva agresión sionista, estaba efectuando una serie de visitas a los presidentes y monarcas de diferentes estados árabes. Aunque Libia no estaba en principio en su agenda de visitas, el por entonces presidente argelino Boumedian le sugirió que Gadaffi era un hombre clave para la solución del conflicto en el Líbano y que merecía la pena entrevistarse con él.
A pesar del prestigio del visitante, los medios de comunicación libios no dieron a conocer a la población la llegada del imam chií libanés. Tampoco fue posible desde entonces contactar con ninguno de los tres visitantes, a pesar de que se conocía el hotel de Trípoli en el que se alojaban. Lo único que se sabe, según declaración de testigos, es que los tres abandonaron el hotel en un convoy oficial el día 31 de Agosto. Supuestamente, iban a entrevistarse con Gadaffi a las 13:00, pero el mandatario libio negó que la entrevista tuviese lugar. Desde entonces nunca más se ha sabido nada de Musa al Sadr ni de sus compañeros.
El presidente libanés, Elias Sarkis, exigió explicaciones a Gadaffi y éste se limitó a indicar que Al Sadr, Yaacoub y Badreddine habían cogido un vuelo con destino a Roma. Se creó una comisión de investigación para averiguar lo sucedido en Roma y Trípoli. En Roma, las autoridades aportaron evidencias de que los desaparecidos jamás habían estado allí y Gadaffi se negó a que la comisión investigara en Trípoli.
Desde entonces, el gobierno de Líbano ha tenido claro que el responsable de la desaparición de Musa al Sadr es el coronel Gadaffi. En el 30 aniversario de los hechos, un tribunal libanés declaró culpable al líder libio y desde entonces se encuentra en busca y captura bajo pena de muerte.

Pero ¿quién era Musa al Sadr?
La familia al Sadr es probablemente la más influyente intelectual y políticamente de todo el mundo chií en los últimos tiempos. El máximo líder chií en Irak, el Gran Ayatollah Mohammad Baqir al Sadr era primo suyo, lo mismo que su hermana, Amina Sadr, intelectual y activista política. Ambos fueron asesinados por el régimen de Saddam Hussein. El actual líder de la resistencia chií iraquí, Muqtada al Sadr, también está emparentado con él.
Musa al Sadr nació en Irán, en la ciudad santa de Qom, uno de los grandes centros teológicos del chiísmo. Estudió Derecho y Ciencias Políticas en la Teherán de los 50. Luego volvió a Qom a estudiar Teología y Filosofía. En aquellos años, en el seminario de Qom, entre profesores y alumnos estaban la mayoría de los que luego serían líderes de la Revolución: Jomeini era profesor allí, Murtadha Muttahari, por ejemplo, fue compañero de Al Sadr. Luego continuó sus estudios teológicos en el otro gran centro del chiísmo, la ciudad iraquí de Najaf.
En 1960, la comunidad chií de Tiro, en el Líbano del que era originaria su familia, le invita a ser su imam. Al Sadr acepta y gracias a su inciativa y su capacidad de liderazgo, logra que poco a poco la comunidad chií del Líbano, hasta entonces la más perjudicada en el reparto de poder y la de situación socioeconómica más humilde, empiece a hacer valer sus derechos.
La actividad de al Sadr ejemplifica muy bien qué es el pacifismo bien entendido. Al Sadr hizo enormes esfuerzos para que la comunidad chií tuviese voz y voto en el Líbano logrando al mismo tiempo crear un clima de respeto entre las distintas comunidades religiosas que pueblan el pequeño país: sunnís, cristianos (maronitas, ortodoxos y armenios), drusos, alauís... Si hoy los drusos y cristianos maronitas del Líbano hacen un frente común con los chiís de Hezbollah ante las agresiones de Israel, buena parte del mérito se le puede atribuir al trabajo de al Sadr. También a su labor hay que atribuir el hecho de que los alauitas fueran finalmente aceptados como chiís, pues hasta entonces habían sido despreciados como una secta herética. Otro logro importante fue el de acabar con las rencillas entre los chiís del Líbano y los refugiados palestinos que huían del genocidio israelí. Los primeros, la capa más pobre de la ciudadanía, veían en la avalancha de población de los segundos un empeoramiento de su situación.
Pero sin duda, la razón principal por la que hoy todavía las calles del Líbano están llenas de carteles con su imagen es la creación en 1974 del Movimiento de los Desheredados, una institución que creó una red de escuelas y hospitales que actalmente siguen siendo los únicos garantes de unos servicios básicos de educación y salud en ese sur del Líbano bombardeado y hostigado sin descanso por Israel. Esta red asistencial seguramente estuvo inspirada en las creadas por los Hermanos Musulmanes en Egipto y son las que hoy también sustenta Hezbollah, ese grupo que en muchos países es calificado oficialmente de "terrorista."
Cuando dijimos que Al Sadr practicaba un pacifismo bien entendido, nos referíamos a que no era de los que pensaba que la paz se impone solo con discursos bonitos. La paz requiere justicia social y la justicia social requiere poder defenderse de los que quieren acabar con ella por la fuerza. Para defender los logros del Movimiento de los Desheredados en un ambiente de guerra permanente se formó el Movimiento Amal, una milicia de la que posteriormente Al Sadr se desvinculó, por no compartir la deriva que estaba tomando. De hecho, una vez desaparecido Al sadr, Amal fue cada vez siendo más un agente de los intereses sirios en la zona que una organización de defensa contra las agresiones israelitas. Actualmente representa a los chiís pactistas prosirios en el parlamento libanés frente a los chiís beligerantes y proiranís de Hezbollah.
La actividad puramente teórica de Al Sadr fue también de gran categoría, pero es poco conocida fuera de los círculos de especialistas. Fue uno de los impulsores del redescubrimiento del misticismo chií y de sus conexiones con el sufismo, los místicos cristianos y el taoísmo, colaborando a este fin con Henry Corbin, cuya esencial Historia de la Filosofía Islámica prologó. También se ocupó teóricamente de las implicaciones sociales del Islam y trazó una síntesis entre las tradiciones chiís de Justicia Social y las teorías económicas de Marx.
¿Qué fue de Musa al Sadr y de sus dos compañeros de viaje? ¿Qué intereses llevaron a Gadaffi a hacerlo desaparecer, o al menos a colaborar con su desaparición? ¿Fue asesinado o sigue secuestrado en algún lugar? Muchos libaneses se hacen estas preguntas y no por mera curiosidad: es evidente que echan de menos a un líder como él.
El que hoy es el principal líder espiritual y político de la resistencia en el Líbano, Hassan Nasrallah, pronunció estas palabras que seguramente suscribirá toda la comunidad chií de ese país acosado durante tantos años:
"El Imam Sadr es el Imam de la Resistencia. Es nuestro líder y nuestro padre. Él nos enseñó a amar nuestra tierra y a luchar contra su ocupación."