viernes, 21 de agosto de 2009

Enérgica condena y repulsa sin paliativos

Poco a poco, como ciudadanos responsables y demócratas que somos, estamos desaprendiendo antiguos postulados y derribando viejos mitos. Hemos aprendido, por ejemplo, que la sacra Separación de Poderes -legislativo, ejecutivo y judicial- obra teórica del barón de Montesquieu y que todos estudiamos cuando estas cosas se enseñaban en Secundaria, se ha transformado en una especie de Santísima Trinidad, de forma que, aun siendo distintos son uno solo. Por eso es que tan a menudo vemos, por ejemplo, a miembros del gobierno emitiendo sentencias y hasta estableciendo condenas. Debemos aprender que la libertad de expresión tiene sus límites, por nuestro bien, y que es preciso, por un lado, tipificar delitos de opinión como el enaltecimiento del terrorismo o las injurias a la corona y por otro, dejar claro quiénes exactamente de entre todos los que ejercen la violencia son los terroristas y qué reyes son campechanos y demócratas -los de aquí- y qué reyes son orejotas, borrachos y tiranos. -todos los demás.
Bueno, ya tenemos las cosas bastante claras y con las nuevas generaciones el trabajo educativo está prácticamente ventilado. La libertad de expresión, la separación de poderes, las garantías procesales, etc. son cosas que están bien siempre que no se atente contra la democracia. Es cierto que la democracia consiste precisamente en la libertad de expresión, la separación de poderes, las garantías procesales, etc. pero esta pequeña paradoja no debe enturbiar el brillo de nuestro ordenamiento constitucional.
Pero a una la han educado profesores de otra época, de aquella en la que un intelectual reconocido como Sartre se entrevistaba sin problemas con los miembros de la Baader-Meinhof y ningún juez se atrevía a llevarlo a prisión. Por eso, creo yo que fruto residual de la educación bárbara y antidemocrática recibida en esos tiempos de oscuridad postfranquista, se me siguen planteando ciertas dudas de índole sobre todo práctica, que al final es la que nos interesa a los ciudadanos de a pie -me encanta esta expresión y agradezco mucho a los tertulianos el haber enriquecido tanto mi castellano. Otras expresiones impagables son "Ceremonia de la confusión" -hermoso sintagma que podría dar título a un poema de Aleixandre- "Cortina de humo" -metáfora de sobríos tintes militares- y "donde dije digo digo Diego" - ingeniosísima aliteración de indudable sabor popular, que solo las dificultades logopédicas impiden imaginarla en boca del mayor de nuestros Campechanos.
Pero volviendo a las dudas que me suscita la renovada concepción de democracia, e impresionada por cómo son tratados los que salen a la calle a expresar ciertas ideas por parte de las FSE, me gustaria que el Ministerio de Interior repartiera unos folletos en papel couché -en las cuatro lenguas constitucionales- enumerando de manera sencilla y fácilmente comprensible por los que no somos hombres ni mujeres de estado, qué puedo opinar sin correr peligro de que me detengan o de que, durante el forcejeo que provoca mi previsible resistencia violenta a identificarme, se me rompan accidentalmente todas las costillas al tropezar con mi propia pancarta.
No necesito aclaración sobre cosas como apoyar a ETA o la Yihad como forma legítima de conseguir unos fines políticos, sociales, religiosos, etc. Esto ni se lo plantea alguien que tenga en cierta estima su vida familiar, social y laboral. Pero la duda surge cuando parece que existen otros terroristas, como ellos los denominan, que, sin embargo, se deduce que pueden apoyarse abiertamente. No creo que en el Estado español detengan a nadie por manifestarse a favor de los terroristas kurdos, o chechenos. ¿O sí? Necesito un vídeo educativo, un tríptico, una canción de Víctor Manuel y Ana Belén, algo multimedia y clarito que me lo explique bien. No quisiera ingresar en la UVI por no estar bien informada.
Lo mejor que hasta ahora he encontrado para solventar este tipo de dudas es atenernos a lo que dicen la televisión y los tertulianos. Si hablan de terroristas, mejor no posicionarse a su favor. Si los llaman insurgentes o resistencia, hay que suponer que apoyarlos no es peligroso. Pero, claro, esto es, digamos, una deducción que yo hago. Yo necesito seguridad, que me digan clarito qué puedo y qué no puedo opinar.
Y no cesan aquí las dudas. Parece ser que ahora no basta con no apoyar la violencia sino que hay que condenarla expresamente. Esto me plantea dos dudas:
-Primera: ¿Qué violencia hay que condenar? La de ETA y los terroristas islamistas, está claro que sí. Se diría que tampoco viene mal condenar la violencia de género y la pedofilia. No sería mala idea añadir algo sobre esa violencia silenciosa que sufre toda esa pobre gente condenada a aspirar el letal humo del tabaco. He observado, sin embargo, que no solo no es preciso sino que puede traer serios problemas condenar la violencia del Estado de Israel, las de las fuerzas de paz españolas en Afganistán, o las de las diferentes policías y Guardia Civil.
-Segundo: ¿En qué momentos debe hacerse? El sistema monacal de comenzar cualquier conversación con "Ave María Purísima", puede servirnos de modelo. Podemos iniciar cualquier escrito o incluso cualquier conversación fuera del ámbito de la intimidad con un "Condeno sin paliativos la sinrazón y la barbarie etarras" Es una frase sonora y hermosa, llena de palabras que ya casi nadie comprende, muy parecida, por tanto a las jaculatorias y a los exorcismos.
Cuando vamos solventando, sin embargo, los posibles problemas judiciales, subimos un nuevo peldaño en la espiral de la dificultad de esta asignatura tan complicada: ser un buen demócrata. Y es que, según recientes declaraciones del ministro de Interior, no sirve de nada la condena explícita de la violencia. ¿Qué hacer, entonces? ¿Cómo saber si, a pesar de no hacer daño a nadie y condenar explicitamente y decenas de veces al día la violencia, soy o no violenta o del entorno de los violentos -que es lo mismo.
Mi propuesta, pues, lo reitero, es hacer llegar al señor Rubalcaba la urgencia de la elaboración y distribución masiva de un manual actualizable cuando sea preciso, para uso de todo aquel que hable fuera de la salita de su casa.
Porque más vale prevenir.

2 comentarios:

. dijo...

Una vez le escuché a un historiador hablar sobre como en casi todos los países hay hazañas de defensa contra los malvados invasores y, en cambio, nadie habla de la forma en que han invadido otro país.

Todo acaba dependiendo del lado desde el que se mire, y desde el lado del poder la democracia está bien mientras que no le dé problemas a lo que el poder quiere manejar. Si las preguntas llegan demasiado lejos se le llama democracia a otra cosa.

Dizdira Zalakain dijo...

Creo que, cada vez se va haciendo más difícil expresarse en términos de relativismo histórico-cultural, incluso entre la gente con formación. Estamos importando y asumiendo el modelo norteamericano en el que la masa de la población es absolutamente acrítica, carente de ideas autogeneradas e imbuída de un impenetrable espíritu patriotero. En este contexto resulta fácil crear enemigos imaginarios y recortar libertades en pro de la seguridad occidental.
Resulta curioso cómo en las dictaduras, a pesar de la férrea censura, existe prensa clandestina y las noticias circulan. En nuestra supuesta democracia la credulidad pánfila parece ser la tónica.