jueves, 22 de octubre de 2009

Schindler en España



El pasado 17 de Septiembre, y sin apenas repercusión mediática, el Gobierno del PSOE, con los apoyos de CIU y CC, aprobó una nueva legislación contra los inmigrantes que supone una vulneración flagrante de varios derechos humanos básicos. Esta vez no se vulneran contra activistas políticos que, con mayor o menor éxito, quieren cambiar el mundo. Se vulneran contra la gente que, simplemente, se muere de hambre y quiere trabajar para sobrevivir. Como en los peores momentos de la historia, es delito simplemente ser, no es necesario hacer nada. Además se agravan los castigos a las personas que quieran ayudar a uno de estos seres humanos que pasa hambre. Ayudar a un inmigrante "ilegal", darle de comer, darle un lugar en el que dormir es DELITO en este país de mierda llamado España. Esta infamia, esta crueldad, este horror aprobado por señores de corbata multicolor y gran sonrisa será recordada en los libros de historia del futuro, si es que aun le queda futuro a este gran Auschwitz en el que se ha convertido el planeta Tierra. Sin ningún tipo de exageración puede decirse que hoy, en España, Francia o Italia, en este nuevo Reich cuyo símbolo no es la esvástica sino el euro, Schindler volvería a ser un héroe necesario.
Con esta noticia que a casi nadie importa me ha dado por acordarme de una anécdota de hace un par de meses. Acudí a hacerme una ecografía a una clínica privada a cuyos servicios tengo derecho por la póliza sanitaria de mi empresa. Me atendió un médico de Colombia que, sorprendido por mi apellido, me preguntó si tenía algo que ver con el Zalakain de Pío Baroja. A partir de ahí entablamos una conversación sobre literatura sumamente agradable. Pero ¿existe personal sanitario que hable de estas cosas? podrá preguntarse, y con mucha razón, cualquier lector español. Pues yo hasta aquel día pensaba que no. Pensaba que la vieja asociación de médico con persona culta era algo del siglo XIX y que hoy día un médico sabe tanto de humanismo como yo de ecografías. De hecho he tenido la oportunidad de tratar con varios de ellos y, en efecto, son de un palurdo que asusta. Quiero suponer que, al menos, de su especialidad, sí que saben algo.
Últimamente nuestras queridas clínicas privadas han encontrado el filón de los médicos sudamericanos, sin problemas de idioma, sobradamente preparados y dispuestos a trabajar 70 horas semanales por una mierda de sueldo y con contrato eventual. Ello ha hecho que ya me haya tocado estar con alguno de ellos. Siempre me ha sorprendido su extremada educación y eficiencia, pero en esta ocasión también me sorprendió su amor a la cultura. Me confesó aquel médico que en España le era difícil encontrar alguien -se entiende que de entre sus colegas- con quien hablar de algo que no fuera fútbol. Y es que en España los médicos, los profesores de universidad y los abogados, no hablan de cosas distintas que los operarios supuestamente no cualificados: fútbol, coches y estupideces del estilo.
Este médico colombiano le da ciento y raya en profesionalidad, humanidad y cultura a su jefe. Un jefe que gana diez o veinte veces más, que no da ni golpe y que lo más complejo que lee, aparte de las radiografías, es el Marca. Un jefe que, agotado el contrato, lo echará a la calle. Quizá ahora este médico colombiano deambule sin trabajo por un país en el que es considerado un paria, un delincuente, un intocable al que es delito siquiera darle de comer. Iba a decir que, todo esto, a pesar de ser un hombre culto y educado, respetuoso y buen profesional. Pero no. A pesar no, a causa de.

2 comentarios:

. dijo...

He ido a dar de comer a los gatos callejeros en muchas ocasiones. Como hay más gente que hace lo mismo es inevitable hacer alguna conversación. En una de estas charlas me contaron que el ayuntamiento había prohibido alimentarlos porque había demasiados. Como castrarlos o buscarles un hogar es más complicado y caro lo mejor es la solución fácil, que se mueran de hambre. El problema es que los humanos no quedamos en muy buen lugar.

Si esto se traspasa a personas, que es en parte lo que comentas, pues no deja de ser otra cosa que el reflejo de lo inhumana que es la sociedad actual.

Cuando alguien hace daño a un animal o lo desconsidera no se puede esperar mucho más de su comportamiento ante sus semejantes.

Saludos

Dizdira Zalakain dijo...

El trato que damos a los animales dice mucho de nosotros. Siempre he creído que el que maltrata a un animal puede extrapolar el maltrato a un ser humano sin demasiados problemas éticos; es solo cuestión de circunstancias.
Saludos.