Cuando llega el verano, uno los atractivos que todavía nos brinda la naturaleza lo constituyen dos productos de huerta del género Capsicum, es decir, lo que en general llamamos pimientos. Los pimientos fueron uno de los muchos productos alimenticios de los que se carecía antes del Renacimiento, ya que son originarios de América Central.
En Euskadi, por su clima húmedo y de temperaturas poco extremadas, han prosperado dos variedades de pimiento: una es la Guindilla de Ibarra, emparentada con el chile, la paprika o la cayena. De esta ya hablamos el verano pasado. La otra es el pimiento de Gernika, de tamaño mayor, más parecido a un pimiento italiano, pero de textura muy tierna.
Modo de preparación:
Al igual que las guindillas de Ibarra, los pimientos de Gernika se comen fritos y como aperitivo.
Ayer compré una bolsita con Eusko Label y en ella se recomendaba freírlos en abundante aceite de oliva 0.4º. Yo no creo que sea necesario ni recomendable utilizar tanto aceite. En primer lugar, gastamos aceite tontamente, en segundo lugar gastamos gas y tiempo y en tercer lugar, es necesario escurrirlos después para que no queden demasiado aceitosos. Dicho sea de paso, no hay diferencia real de sabor entre un aceite de 0.4º y uno de 1º.
Así pues, usaremos una sartén no muy grande y con una cantidad moderada de aceite. Cuando esté caliente echamos como mucho una docena de pimientos y con una rasera les vamos dando vueltas para que se hagan por las dos caras. Cuanmdo empiecen a estar dorados los retiramos y los espolvoreamos con sal en escamas.
La sal de Maldon es de las mejores para este fin. A pesar de que parece un timo eso de pagar cinco euros por 250 gr. de sal, os aseguro que se nota la diferencia: no es el clásico efecto placebo. Claro está que hay que usarla para lo que está indicada, principalmente para productos a la parrilla. Siempre debe usarse inmediatamente antes de servir los platos, pues de lo contrario las escamas se ponen pochas y pierden toda la gracia.
On egin!
Ayer compré una bolsita con Eusko Label y en ella se recomendaba freírlos en abundante aceite de oliva 0.4º. Yo no creo que sea necesario ni recomendable utilizar tanto aceite. En primer lugar, gastamos aceite tontamente, en segundo lugar gastamos gas y tiempo y en tercer lugar, es necesario escurrirlos después para que no queden demasiado aceitosos. Dicho sea de paso, no hay diferencia real de sabor entre un aceite de 0.4º y uno de 1º.
Así pues, usaremos una sartén no muy grande y con una cantidad moderada de aceite. Cuando esté caliente echamos como mucho una docena de pimientos y con una rasera les vamos dando vueltas para que se hagan por las dos caras. Cuanmdo empiecen a estar dorados los retiramos y los espolvoreamos con sal en escamas.
La sal de Maldon es de las mejores para este fin. A pesar de que parece un timo eso de pagar cinco euros por 250 gr. de sal, os aseguro que se nota la diferencia: no es el clásico efecto placebo. Claro está que hay que usarla para lo que está indicada, principalmente para productos a la parrilla. Siempre debe usarse inmediatamente antes de servir los platos, pues de lo contrario las escamas se ponen pochas y pierden toda la gracia.
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