domingo, 20 de febrero de 2011

Carlos Tena: "Hoy el enemigo del fascismo no es Lenin, sino el profeta Mahoma."

Leyendo el siempre tan divertido y estimulante blog de Carlos Tena me encontré con esta frase suya que, como musulmana y comunista, me impresionó muy gratamente. Luego he estado dándole vueltas porque quería ver si, aparte de una afirmación épatant, podía considerarse como un destello de verdad que pudiera iluminar mejor el peculiar estado de la lucha anticapitalista en el mundo.
La obra teórica de Marx fue fundamental para desmontar el mito de que el capitalismo es el sistema económico natural que se establece entre propietarios libres e iguales. Muy al contrario, dejó en evidencia que el capitalismo solo puede funcionar si la mayor parte de la población es expropiada violentamente de sus medios de producción, de modo que lo único que tengan de valor para vender sea "su propio pellejo", su fuerza de trabajo. El conocimiento y comprensión de qué es y cómo funciona el sistema económico es necesario para poder enfrentarse a él. Pero ¿cómo lograr que la masa de ciudadanos que no tienen nada que vender más que su pellejo adquieran este conocimiento?
Lenin ideó el sistema del partido de vanguardia. Consiste en formar militantes que permanezcan dentro de esa masa de proletarios pero que tengan las capacidades intelectuales y personales necesarias para concienciar al resto de sus compañeros. El partido de vanguardia debía estar sometido a una disciplina férrea para evitar los más que previsibles ataques en forma de infiltrados que intentarían debilitar desde dentro la estructura e ideas del partido. En la Rusia zarista el sistema funcionó bien y también tuvo un éxito similar posteriormente -con alguna que otra variante- en otros países como China, Vietnam o Cuba. En España estuvo a punto de triunfar y solo una larga y costosa intervención militar apoyada por las potencias capitalistas logró evitarlo.
Sin embargo cabe preguntarse por qué ese sistema tan exitoso en algunos países fracasó y sigue fracasando tenazmente en Europa o Norteamérica. Es indudable que casi todos los países de Europa occidental han tenido, antes y después de la 2ª Guerra Mundial, unos magníficos partidos de vanguardia, tanto por la formación intelectual de sus integrantes, como por su honestidad y capacidad de entrega y lucha. Podría responderse que la burbuja artificial del estado de bienestar en la que el sistema capitalista mundial mantuvo a Europa Occidental por miedo a la URSS fue la responsable. En aquellos años de la guerra fría, un proletario británico, francés o alemán podía llegar a ser conscientes de que sólo tenía para vender su fuerza de trabajo. Pero como aquella fuerza de trabajo era pagada artificialmente bien, no veían muchos motivos para iniciar una revolución. Podrían muy bien pensar: "Es verdad que no tengo nada con lo que ganarme la vida, salvo mi trabajo. Y también es verdad que eso, en teoría, podría ser aprovechado por mis jefes para explotarme. Pero en la práctica eso no ocurre: mis jefes son generosos, no abusan demasiado de su posición de poder y el estado además vela porque así sea." Así que ¿para qué iniciar una revolución?
Esta explicación, la implantación del estado del bienestar, sería más que suficiente para justificar el fracaso del sistema de Lenin en el primer mundo durante la Guerra Fría. Pero ¿por qué continúa fracasando en el tercer mundo o incluso en los países de Europa Oriental tras las contrarrevoluciones de 1989-1991?
Para el tercer mundo la respuesta podría muy bien consistir en que las condiciones infernales de absoluta destrucción, de caos, enfermedad y muerte imposibilitan cualquier revolución organizada. La necesidad es verdad que puede contribuir a estrechar las redes sociales. La esperanza o el recuerdo de tiempos mejores pudo permitir que la gente de Stalingrado o de Mauthausen no sucumbiese y perviviesen lazos de solidaridad. Pero el hambre arrastrada de generación en generación, en una población que ni ha conocido ni espera otra cosa, lo destruye todo, a los humanos y a sus redes sociales. Implantar un partido de vanguardia en un país en el que la enfermedad y el hambre no permiten a la mayoría de la población superar los 30 años de vida, es demencial. Es obvio que se necesitan unas mínimas condiciones previas.
Pero ¿cómo explicamos que en países depauperados pero no hambrientos y que han disfrutado no hace mucho de situaciones mucho mejores tampoco funcione el sistema de partido de vanguardia? Las crónicas que nuestro compañero José Luis Forneo nos envía desde Rumanía nos muestran a un país que gozaba hace solo 30 años, bajo la hoz y el martillo, de cosas como vivienda, educación y sanidad gratuítas y que hoy enfila un proceso de imparable empobrecimiento y destrucción de las mínimas garantías sociales. A pesar de ello, a pesar de incluso tener aun muy fresco en la memoria un sistema mejor, denominado oficialmente comunismo, los esfuerzos de la nueva vanguardia comunista rumana apenas pueden movilizar a un puñado de sus compatriotas.
Pero la cosa se hace aun más sorprendente si comprobamos que los países sudamericanos en los que en los últimos años se ha logrado alcanzar un sistema socialista o que avanza hacia el socialismo (Venezuela, Bolivia, Ecuador) el proceso no parece haber tenido nada que ver con lo indicado por Lenin.
De este repaso histórico y geográfico parece que cabe concluir que la concienciación necesaria para la revolución bajo el método explicado por Lenin funcionó en países y tiempos determinados, pero que no ha funcionado ni funciona en otras muchas situaciones. No quiero decir con esto, como se afirma tan alegremente por los anticomunistas, que las teorías marxistas-leninistas ya no funcionen. Marx sigue siendo la herramienta teórica clave para comprender qué es el capitalismo. Y quizá haya aportaciones teóricas de Lenin plenamente válidas hoy. Pero parece claro que su método para concienciar a las masas explotadas, tan exitoso en otras circunstancias, no es un metodo de validez universal.
Podríamos pasar ahora a sugerir dónde está el fallo, por qué el partido de vanguardia ya no funciona como en la Rusia de 1917, en la actual Rumanía, México o la India. Los motivos creo que son aquí netamente ideológico-culturales. Imaginemos la actividad de un miembro de la vanguardia comunista en la Rusia de hace un siglo, o en la España de los años 30. Lo vemos estudiando a Marx y a Lenin, participando en las movilizaciones sindicales como proletario que es, perfectamente al tanto de la teoría general marxista como de la realidad concreta de su fábrica o su latifundio. Lo vemos transmitiendo sus conocimientos de economía y política a sus compañeros, redactando octavillas. Hasta aquí en nada se diferenciaría de lo que intenta hacer un comunista de vanguardia de hoy. Pero imaginemos ahora a los compañeros a los que ese comunista de hace un siglo se dirigía. La mayoría de ellos nunca habrá acudido a una escuela, o lo habrá hecho apenas unos meses. Aunque algunos sepan leer, su nivel económico y sus agotadoras jornadas de trabajo les impiden el acceso a esas diversiones de las que gozan las familias de propietarios: periódicos, revistas, obras de teatro, libros... Una octavilla, un periódico, una charla sobre economía, sobre historia o sobre filosofía, no digamos ya un libro, eran para estos proletarios de hace cien años artículos de lujo. Sus mentes, despiertas y vírgenes, como las de un campo fértil sin explotar, captaban enseguida el contenido de aquellas octavillas, leídas por la noche, a la luz de un candil, con el interés con el que se hacen las cosas nuevas y prohibidas. No solo captaban su contenido intelectualmente, además, se hacían cargo de él, y ésto es lo más importante. Lo que las octavillas o los mítines del camarada decían interpelaban directamente a la conciencia de los obreros, les movían a la acción, porque a esos obreros nunca nadie se había ocupado de explicarles nada, de abrirles los ojos a la historia, a la ciencia, a la idea de la dignidad del hombre. Era como la lluvia cayendo en una tierra sedienta: hasta la última gota de esas ideas fue aprovechada para dar el fruto de una revolución.
Así eran los compañeros a los que se dirigían las vanguardias del partido hace cien años en Rusia o España. Pero ¿son así los compañeros del año 2011 en Rumanía, en México, en Colombia? En absoluto. El sistema capitalista ha aprendido muy bien la lección de la Revolución Rusa y le ha puesto remedio con un invento que ideó la Alemania nazi y que perfeccionó y globalizó EE.UU.: el bombardeo de información a la población depauperada. Un aparato de TV en cada favela, podría ser su lema. Cuando el camarada del partido de vanguardia llega con su octavilla a esa favela, la familia ya ha recibido infinidad de folletos publicitarios a todo color y que prometen cosas mucho más bonitas y divertidas que Marx y su revolución; ya han recibido la visita de varios predicadores evangelistas que les han prometido la felicidad de un modo más cómodo, pacífico y espiritual, ya han recibido la visita de varios candidatos políticos que les han prometido agua corriente y recogida de basuras sin que ellos tengan que preocuparse nada... Y si no han recibido visitas, ya habran visto miles y miles de horas de ideología capitalista en una TV que muestra todo de manera sencilla, colorista y excitante. La labor del partido de vanguardia de Lenin en este contexto está condenada al fracaso.
Pero hay todo un mundo que parece, al menos en su mayor parte, inmune a esta inundación de basura ideológica via mass media: los paises de tradición islámica. En estos países EE.UU. no ha podido operar con la facilidad con que lo ha hecho en el resto de África. El petróleo y el valor geoestratégico de Oriente Medio no han podido expropiarse con la absoluta brutal impunidad con la que se saquean, por ejemplo, las inmensas riquezas de el Congo. Los países islámicos por alguna razón presentan una enorme resistencia a ser tercermundizados. El caso de Somalia es paradigmático. Son países que han llegado al siglo XX en una situación de subdesarrollo tecnológico y de dependencia colonial no distinta a la de los países del África subsahariana, pero a los que no ha sido fácil sumir en el caos. Porque el caos es la situación ideal para el capitalismo, como muestra el libro La doctrina del shock, de Naomi Klein. EE.UU. solo ha podido lograr gobiernos aliados a sus intereses, pero, al fin y al cabo, gobiernos con cierto grado de soberanía. Los países del Magreb, con sus dictaduras y monarquías aliadas de EE.UU., o incluso el reino medieval de Arabia Saudí y sus diversos emiratos despóticos deben ser tratados por EE.UU. como países soberanos y aliados, no como países caóticos en los que se puede entrar a robar impunemente. Precisamente ésto es lo que se está intentando lograr ahora con las revoluciones en Túnez, Egipto, Argelia, Libia, etc. Se intenta mandar de una vez por todas a esos países al grupo del tercer mundo, países sin gobierno, sin ley, sin estado: países caóticos que son el paraíso del capitalismo. Pero la experiencia de Palestina, Afganistán o Irak nos habla de que eso no es tan fácil. Estos países son hoy un caos, sí, pero el capitalismo no acaba de operar con comodidad en ese caos, precisamente porque algo llamado Islam está ahí logrando dos cosas. Primero, resistir sobrehumanamente a años y años de brutal represión. Segundo, mantener unas redes sociales, una organización, una unidad contra las que nada pueden las torturas o las emisiones de TV.
En la República de Irán, el Islam, en su vertiente chií, que acepta el martirio como algo consustancial a la lucha por la justicia social, la rebelión contra el capitalismo ha cristalizado en un gobierno joven y fuerte que se atreve a plantar cara, también militarmente, a la apisonadora bélica capitalista. Sus ciudadanos, a pesar del bombardeo mediático, parecen inmunes a la propaganda occidental. No desean, como la mayoría de los alemanes del este o los rumanos de 1970, vestir, pensar y vivir como los norteamericanos. Alguien podrá decir que los iraníes no desean seguir el American Way of Life porque la censura les impide conocerlo. Pero, supuesto que tal censura existiese, también existía en los países socialistas y de nada servía para impedir que buena parte de los ciudadanos de aquellas repúblicas se creyeran el cuento de que al otro lado del telón de acero todo era lujo y libertad. Lo realmente significativo es que, aunque los palestinos, los afganos, los iraníes o los iraquíes creyesen toda esa propaganda, no por ello desearían cambiar sus ideas, sus valores, sus costumbres. A esta impermeabilidad a la propaganda capitalista es a lo que nuestros medios de comunicación llaman fanatismo.
Si, como reciente conversa al Islam se me preguntase ¿qué tiene entonces el Islam que protege tan eficazmente contra la tentación del American Way of Life, que logra mantener redes sociales en las situaciones más parecidas al infierno, que logra avivar la esperanza allí donde ya nada invita a ella, que permite a sus fieles preferir un pasaje del Corán a un late night show?
Si se me preguntase eso no sabría qué contestar. Lo considero un milagro.






14 comentarios:

P dijo...

Carlos Tena y yo nos profesamos simpatía y admiración mutuas. Su blog es siempre recomendable, porque no tiene desperdicio.

Efectivamente, Dizdira, en este nuevo escenario de guerra fría, tras la caída de lo que llamaban "Telón de Acero",el pensamiento único contrario a la multipolaridad ha hecho del Islam el objeto sustitutivo de su aversión. Aunque no le quite ojo a lo que huela a comunismo.

Hay muchas formas que el fascismo adquiere, pero en su faceta más obsesionada con el control de los recursos estratégicos del mundo su odio hacia gobiernos de inspiración musulmana, abiertamente antiimperialistas, no lo pueden disimular.

Fabricaron al Ben Laden "islamista" y a los talibanes afganos y pakistaníes. El 11-S fue un autoatentado que nunca reconocerán. Osama falleció a finales de 2001. Lo resucitan, como hacen con esa entelequia llamada al-Qaeda, cada vez que les conviene.

Hablan bien de la monarquía jordana o de la wahabí, la de los déspotas saudíes; despotrican un día sí y otro también de la República Islámica de Irán.Antes Gaddafi era el demonio. Después lo ven como a un santo varón.

Para ellos los musulmanes buenos son los de los Balcanes. Los que se oponen a las guerras de exterminio son "fundamentalistas" y "radicales".

El Imperio sólo entiende de inversiones sucias y de beneficios igual de pringosos. Quienes están con ellos, benditos sean. Los que se oponen, merecen el más ejemplar de los castigos. Business is business.

Pero tengo claro que a Lenin le temen hoy por hoy tanto como le temen a Mahoma (Mohammad)cuando en nombre de ambos encuentran obstáculos a su avance criminal.

Nos recuerdas a principio de tu entrada, Dizdira, que eres marxista y musulmana. Sé de buena tinta que en los últimos años un 70% de personas que se han convertido al Islam comparten tu perfil. Esto puede ser el punto de partida de un interesantísimo estudio sociológico.

Cuídate. Hasta pronto.

Anónimo dijo...

Otro interesante blog sobre Rumanía es România prin perdea (alexamayaquer.blogspot.com).
Saludos.

JL F dijo...

Bueno, quizas hay dos cosas que los paises islamicos tienen y ya no tenemos nosotros: primero, y quizas por su religion (eso lo sabes tu Dizdira mejor que yo) su mayor desprecio a la riqueza material frente a la espiritual -que no solo religiosa, sino tambien moral, etica, social-; y segundo, y tambien relacionada con la primera, el importante papel que tienen las obligaciones sociales y colectivas en el Coran, que sirven de filtro y escudo ante el ultraindividualismo que sufrimos en occidente y que fomentan otras religiones.

Quizas los partidos comunistas han perdido tambien esa primacia de la lucha colectiva por la imposicion de los matices particulares de cada uno. Por eso la no existencia de una internacional con reglas que todos asuman es hoy casi imposible, y por eso no pueden resolver, como si lo hizo el Komitern, por ejemplo, de una forma unida la resistencia ante un problema.

Bueno, estoy un poco haciendo hipotesis (quizas porque al contrario que a ti no me entra en la cabeza el concepto de milagro por mi, para mal o para bien, excesiva fe en la razon -lo que no excluye que la religion y la razon puedan ir, por supuesto, de la manoa, en especial si se trata de la razon instintiva y no de la razon meramente conceptual).

En fin,que me lio. En resumen, lo que dice Tena es lamentablemente cierto. No lo digo porque lamente que el Islam sea hoy quizas el mayor simbolo de la resistencia ante el capitalismo, de lo que me alegro en parte, sino porque el marxismo y el leninismo hoy son incapaces de prender en las masas (quizas porque esas masas estan demasiado fragmentadas y atomizadas por la misma ideologia capitalita, incluyendo a los comunistas).

Saludos

Maria C dijo...

Hola Dizdira,aunque no comente te sigo asiduamente,excelentes post como siempre.
Un abrazo

Anónimo dijo...

Es muy probable que Carlos Tena haya pergeñado la frase con el fin de llamar la atención o de epatar o bromear, pero es evidente que el islamismo, como elemento unificador no sólo religioso, sino como generador de cohesión social, debe tenerse muy en cuenta por su alto nivel de rechazo de los supuestos valores de las sociedades occidentales y su capacidad de movilización en momentos puntuales, al menos. No me fiaría yo de su verdadera capacidad revolucionaria porque, no lo olvidemos, es una religión, siempre presente en cualquiera de las actividades de sus seguidores. Para que un partido comunista (en mi concepción, marxista-leninista) pueda actuar primero tiene que existir, y es tal la dispersión ideológica, de siglas, de objetivos que difícilmente encuentro un país en donde pueda hablarse del Partido. En el Estado español, sin ir más lejos, yo no lo encuentro. Mira que lo he intentado, pero aquí no hay de eso.

Dizdira Zalakain dijo...

Rafael:
Lamento que mi condición de musulmana pueda invitar a suponer que no soy objetiva en este asunto, pero honestamente creo que hoy Lenin está en el listado de grandes enemigos del imperio en una posición menos destacada que el Islam. Ello no significa que yo diga que las ideas de Lenin en general no sean importantísimas y muy útiles. Lo que afirmo es que, por lo que sé, el método concreto que describe Lenin para la propaganda y agitación (y sólo a este aspecto de sus ideas me refiero) aunque ha sido exitoso en numerosas ocasiones, ha fracasado y sigue fracasando en otras, especialmente en los últimos tiempos. Lo cual es de lo más lógico pues sus estrategias de lucha no pretenden tener carácter universal: eran adecuadas para la Rusia de 1917, pero quizá no lo sean para la España de 2011.
Al Islam, por supuesto , le ocurre igual. Sería demencial pretender que el Islam fuese el motor de la revolución hoy en España.
Es evidente que necesitamos un Lenin que descubra cuál es el método de lucha que los nuevos tiempos requieren.
Saludos.

Anónimo:
Gracias por el link. Veo que es un blog que apenas acaba de comenzar. Estaremos atentos.

José Luis:
Creo que si no fuera creyente, también hubiese recurrido al término milagro, aunque fuera en un sentido irónico para describir, por ejemplo, lo que vemos en los vídeos.
Porque la verdad es que tampoco la falta de unidad a la que te refieres me parece el problema fundamental. Si la gente con convicciones de izquierda real que anda atomizada en grupúsculos se uniese, no creo que alcanzase de todos modos un grupo lo suficientemente grande y, sobre todo, lo suficientemente motivado para generar un cambio en la sociedad. Como contraejemplo, puede precisamente señalarse la proverbial desunión de los árabes. Precisamente uno de los grandes laberintos casi inextricables en los que se mete el observador occidental de la situación político-religiosa de países como Líbano o Irak, consiste en entender quiénes están contra quienes, y por qué exactamente se pelean entre sí, aparte de contra el agresor imperialista.

Comprender cuál es la causa de lo que tú dices, de que el marxismo y el leninismo hoy sean incapaces de prender en las masas, es la tarea teórica fundamental que tenemos los comunistas. Quizá un buen punto de partida sea contestar a esta pregunta: ¿Por qué en Venezuela, Bolivia y Ecuador sí, pero en Rumanía o México no?
Saludos.

Maria C:
Me alegra saludarte de nuevo y me halaga de veras que te sigas pasando por aquí después de tanto tiempo.
Un abrazo muy fuerte.

RioLena:
Hombre, yo creo que la capacidad revolucionaria del Islam es indudable. Otra cosa es que podamos sentirnos identificados con los modelos concretos de sociedad que los diferentes procesos revolucionarios islámicos definan.
Sobre la dispersión de siglas y objetivos, sería bueno -aunque, por supuesto, con eso solo no hacemos nada- definir una serie de principios claros y básicos que definan qué es hoy ser marxista, comunista, anticapitalista o como le queramos denominar, de modo que quien no acepte esos mínimos pueda buscarse otro sitio en el que desarrollar sus ideas.
Saludos.

Eleutheria Lekona dijo...

Dizdira, pones en el centro una discusión largo tiempo aplazada aunque abordada, eso sí, por muchos de los mejores filósofos que ha visto nacer el siglo que culminó. La discusión que gira en torno a qué le sucede al hombre y, en particular, al hombre que vive en la parte occidente del mundo, ante la ausencia de Dios. Y aquí quiero decir algunas cosas. A pesar de ser yo atea, pienso que Dios –o su idea- es una idea necesaria para muchas personas, pues les ayuda a fijar preceptos y a tener esperanza. En México se sabe de muchos personas que, después de varios años de ser afectadas por el alcohol, logran dejarlo por una promesa que van y le hacen a la Virgen de Guadalupe, por caso. Para mí es triste que esas personas tengan que hacer tal cosa para dejar de tomar; para esas personas, sin embargo, eso que a mí me da tristeza a ellos les salva la vida. Creo que la idea de Dios o, en general, de cualquier dios es una forma, un arquetipo a través del cual el ser humano expresa un sistema particular de valores que en determinados momentos de la Historia –consustancial como es ese sistema a ese momento- ayuda al hombre a vivir con una cierta armonía y apego que, de otro modo, no se tienen y ante cuya ausencia parece ir el hombre como a la deriva. Por supuesto, la Historia nos muestra que dicha creencia acarrea también muchos y múltiples conflictos al hombre –como las guerras de religión o los Santos Oficios y otras cosas-, aunque yo digo que al hombre, casi cualquier cosa, le acarrea conflictos y que las guerras por religión encuentran en esa idea sólo un pretexto. No sería, pues, ése, un motivo para abandonar la idea de Dios. En lo personal, avizoro un mundo en el que ya no sea necesaria la idea de un Dios para vivir con la armonía que esa idea le da al hombre. Lo que sí creo es que, de algún modo, la religión, la creencia en su profeta, en sus textos sagrados –como tú dices- han sido factor determinante en la lucha que los pueblos musulmanes han librado ante los embates de la potencia anglo-israelí. Esos pueblos, ciertamente, calificados de fanáticos, son en realidad víctimas de tales ataques no por sus creencias –los estadounidenses, varios, practican un puritanismo protestante que da auténticas náuseas-, sino por ocupar un enclave geoestratégico.

Finalmente quiero decir que me ha conmovido muchísimo tu texto, es muy hermoso, pero –además- muy preclaro. Personalmente, abreva en una pregunta incesante que me hago, ¿cómo hacer caer a este sistema? Una pregunta que me he llevado por múltiples respuestas que me han ayudado a comprender qué lo apuntala y, cómo, a pesar de lo frágil de sus andamios sigue en pie. Mi búsqueda, en sí misma, es irrelevante y sólo reviste valor –creo- frente al objetivo que se plantea, un objetivo que tendría que ser común a todos aquellos humanos a los que nos parezca razonable un estado mínimo de bienestar para todas las personas que habitamos la Tierra.

Todo lo que tu texto me ha hecho pensar y sentir, finalmente, se resume en una cosa y en una palabra: Esperanza.

Podrá haber muerto el marxismo, podrá haber fracasado tal lucha ideológica, pero la última palabra aún no está dicha. Somos muchos los humanos cansados de esta situación y muchas ideas y acciones frescas y renovadas que retomen lo mejor de los intentos fallidos, pueden todavía articularse en aras de rescatar aquello que nos ha sido arrebatado.

Saludos…

Dizdira Zalakain dijo...

Muchas gracias por tus palabras Eleutheria. Su inmerecimiento es prueba de tu amabilidad.
Me gustaría comentar sobre ellas los siguientes puntos:
-Definición de Dios.
Afirmas que Dios (o la idea de Dios) es un arquetipo a través del cual el ser humano expresa un sistema particular de valores. Aunque ésta sea una definición de alguien que, como tú, no tiene experiencia religiosa de Dios, yo también puedo considerarla correcta, a pesar de ser yo creyente. Sólo que se trata de una definición, digamos, científica, sociopsicológica. Pero yo, que sí tengo experiencia religiosa, considero que con eso no está todo dicho. Y, sin embargo, tampoco soy capaz de decir mucho más, si es que quiero que me entiendan. Utilizaré, más bien, dos analogías.
-Una persona que carece completamente de experiencia estética musical pero que es inteligente y posee un perfecto oído puede definir con absoluta corrección al Requiem de Mozart como una sucesión de sonidos con determinadas duraciones, timbres y frecuencias. Nuestros ordenadores, de hecho, al transformar el Requiem de Mozart en ceros y unos no hacen otra cosa que definirlo con maravillosa exactitud. Pero los que tenemos experiencia estética musical -la mayoría de nosotros- sabemos que hay algo más que eso en el Réquiem de Mozart. Sólo que es inexpresable y, por tanto, incomunicable a alguien que carezca de la capacidad de tener experiencias estéticas musicales.
-Otro ejemplo. Una persona ciega de nacimiento puede definir con absoluta corrección el color rojo como una determinada frecuencia de onda de la luz. Pero los que ven -o al menos han podido llegar a ver en su vida- el color rojo saben que el color rojo, siendo perfectamente definido así, es algo más. Pero ese algo más, la sensación de rojo, es inexpresable y nunca podremos comunicarla con palabras al ciego de nacimiento.
La falta de experiencia estética y la falta de visión son características poco comunes pero que incapacitan no solo para comprender, más allá de las descripciones científicas, que es el Requiem de Mozart o qué es el color rojo, sino que incapacitan también para comprenderlo de cualquier otro modo.
Con la experiencia religiosa de Dios pasa algo similar, solo que hay mucha gente que no la ha tenido nunca. Quienes la han poseído alguna vez comprenden lo correcto de las descripciones científicas, pero al mismo tiempo saben que hay algo más que es incomunicable a esos que nunca la han experimentado.
En resumen, que Dios es para mí algo más de lo que tú has dicho, pero temo no saber decirte el qué.

-Sobre la muerte del marxismo.
Quiero repetir aquí, tras leer el último párrafo de tu comentario, que en absoluto creo yo que el marxismo esté muerto, como se oye decir por ahí a los que tanto les gustaría matarlo. El análisis marxista del capitalismo no solo lo considero una de las mayores hazañas intelectuales del siglo XIX, sino un conocimiento vital para la humanidad del siglo XXI, más vital y más vivo si cabe que cuando se publicó El Capital. Prescindir en lo político de los descubrimientos de Marx sería como prescindir en medicina de los descubrimientos de Fleming.
Lo que sí he opinado (humildemente, lo aseguro) es que la metodología de propaganda y agitación que esboza Lenin -y sólo me refiero a ese capítulo de su valiosa aportación teórica- parece estar obsoleta a juzgar por los resultados tan poco exitosos que viene dando en los últimos tiempos.

-Sobre la esperanza.
A eso me refería con la expresión "milagro". Cuando, contra toda suposición razonable, la piedra del niño palestino hace huir al soldado, o las palabras de una niña entre los escombros de su casa suenan como las de una orgullosa reina, cuando pasan estas cosas increíbles, tanto los que creemos en él como los que no, recibimos un regalo de Dios: la esperanza. Describiría la esperanza como bengalas que, lanzadas por el ejército que se aproxima a liberarlos, iluminan fugazmente la noche angustiosa de los asediados. Señalan el camino y dan ánimos para resistir.
Un abrazo y gracias de nuevo por tus comentarios.

P dijo...

Dizdira, me parece que te has equivocado de bloguero. Si lees bien mi comentario, verás que lo que he dicho en él no tiene nada que ver con la respuesta que me has dado.

Saludos de nuevo.

P dijo...

Lo del estudio sociológico lo decía porque al igual que veo semejanzas en algunos aspectos del pensamiento de Marx con el ideario de José Martí, no me parece, en principio, incoherente, ser musulmán y marxista.

Me temo que lo entendiste al revés. Quizás no me expresé muy bien. De ahí la confusión.

Dizdira Zalakain dijo...

Rafael:
Jajaja, no, Rafael, no me he equivocado de bloguero. Otra cosa es que mi respuesta sea más o menos acertada. O que debía haber concretado a qué parte de tu exposición estaba contestando.
Es a ésta frase tuya a la que ontesto:

"Pero tengo claro que a Lenin le temen hoy por hoy tanto como le temen a Mahoma (Mohammad)cuando en nombre de ambos encuentran obstáculos a su avance criminal."

Lo que pretendo argumentar en mi respuesta es que, pese a que eso en mi boca pueda sonar a barrer para casa, creo que en el ranking de enemigos del fascismo/capitalismo el Islam hoy está por encima de Lenin.

Saludos y disculpa por mi falta de claridad.

P dijo...

OK.

Anónimo dijo...

A lo peor es cierta la frase y lo que implica, pero no deja de ser una triste pena. Cierto es que la posible tibieza de los maestros primigenios del marxismo a la hora de escribir sobre la religión (fundamentalmente sobre sectas cristianas) no era más que una manera, declarada por activa y pasiva, de tratar de evitar una confrontación directa y sin sentido con las religiones con el objetivo de no "distraer" a los trabajadores de sus verdaderos objetivos y no hacerle el juego a la burguesía supuestamente "anticlerical", pero se me hace inentendible compatibilizar un dios con el marxismo-leninismo, en especial con la clara y definitiva caracterización que de las religiones se hiciera en su día. Cualquier religión termina dictando sus leyes, su moral, su conducta a sus seguidores y no olvidemos que el Partido (organizado y activo) también hace lo mismo con sus militantes, y lo que algunos puedan intentar soslayar teóricamente, en la práctica es imposible. Ni siquiera se me ocurre que un posible "comunista" teórico pudiera compatibilizar ambas situaciones, pero aquel que acepta la necesidad de la praxis (en su nivel más elemental no es otra cosa que la búsqueda de la unión de teoría y práctica) debe ser militante para ser comunista. Sin hablar del materialismo dialéctico y lo que implica. Bueno, yo no puedo hablar demasiado dado que no puedo ser comunista y soy absolutamente anticlerical, convencido ateo y borde reconocido en lo que a drogas se refiere. Supongo que sí se nota la inexistencia del Partido, como alguien dice en uno de los comentarios.

Dizdira Zalakain dijo...

Ya he dicho que soy comunista y musulmana y que esto no me provoca el menor conflicto. Es importante saber qué es el Islam -en general, qué es la religión- y qué es el marxismo antes de afirmar que son incompatibles. En el breve espacio de un comentario no puedo argumentar adecuadamente sobre este punto.
Solo apuntaré algunos problemas en tu argumentación. El marxismo no aboga por imponer ninguna moral a sus seguidores. Que partidos concretos sedicentes marxistas lo hayan hecho no implica que el marxismo sea eso.
El materialismo dialéctico no es obra de Marx, por más que se nos haya dicho lo contrario. Es una doctrina filosófica -en mi opinión bastante delirante- que sus autores afirman haberla extraído de Marx. Lee a Marx y busca un solo renglón en el que se exponga tal doctrina o en el que siquiera aparezca esta expresión.
En fin, creo que una correcta y desprejuiciada visión del marxismo y del Islam -visión que requiere muchas horas de estudio, antes que lecturas precipitadas y de segunda mano-haría caer el mito de su supuesta incompatibilidad.
El marxismo es una teoría científica sobre la sociedad capitalista y el Islam una religión. Del mismo modo que no hay incompatibilidad entre el Islam y la mecánica de fluídos no la hay entre el Islam y el marxismo.
Saludos y gracias por tu comentario.