La primera vez que probé carne a la piedra fue en el restaurante Vivaldi, en el Barrio Húmedo de León. Me gustó tanto que desde entonces, cada cierto tiempo, sobre todo en las noches de verano, me gusta preparar en casa algo similar.
La piedra que yo utilizo es una que me regalaron hace ya unos años. No es más que una bandeja con una parrilla eléctrica sobre la que se coloca una plancha de granito negro. Se enchufa a la corriente y se deja así el tiempo que indiquen las instrucciones del aparato -en mi caso, media hora. Para entonces la piedra está que arde. Se desenchufa y se saca a la mesa, en la que previamente nos hemos ocupado de preparar lo siguiente:
-Filetes de ternera -del grosor que cada uno prefiera.
-Sal gorda o en escamas.
-Pimienta molida.
-Un poco de tocino, aceite o foie.
-Un diente de ajo.
El procedimiento es sencillo. Untamos sobre la piedra el tocino, que suele ser de cerdo. En mi caso lo he utilizado de vaca. Si no tenemos tocino queda muy bien con foie, o incluso simplemente con aceite de oliva. Esto, aparte de para que la carne esté más sabrosa, se hace para evitar que se pegue. Luego pinchamos un diente de ajo con un tenedor y lo dejamos que haga un poco de patinaje artístico por la piedra. Una vez la piedra embadurnada y humeante, cada uno se coge su filete y se lo hace vuelta y vuelta y con el punto que le apetezca. Después se sazona y a disfrutarlo.
Cocinar con una piedra caliente -de hecho, muy caliente- tiene sus ventajas y sus inconvenientes.
De entre los inconvenientes, digamos que hay que tener cuidado de no calentarla demasiado y de no mojarla en exceso al lavarla. Si no se tiene cuidado con esto, la piedra se puede romper, y si le da por resquebrajarse de manera violenta nos puede romper algo a nosotros, de paso. Otro inconveniente es que exige comer con cierta prisa. Aunque las piedras están hechas de materiales que conservan muy bien el calor, al final se enfrían.
De entre las ventajas, la mayor sin duda está en lo que tiene de caprichoso: Son ideales para sacar a la terraza una de estas noches de verano. No hay que cocinar y, además, es una manera saludable de comer.
Ni que decir tiene que la piedra se puede usar para muchas otras cosas, no solo ternera. También va perfecta para el pollo o el pavo y para la mayoría de los pescados. Por no hablar de las verduras.
Así que ya sabéis, coged el cuernófono y decidles a Vilma a Betty y a sus respectivos esposos que agarren el troncomóvil y se vengan a cenar unos deliciosos filetes de diplodocus en la rocaparrilla. Buen apetito y cuidado, que quema.
martes, 27 de julio de 2010
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