domingo, 14 de marzo de 2010

La banca halal.

"Allah ha hecho lícito el comercio y ha prohibido la usura." (2:275)

La usura ha sido siempre contemplada, no sin razón, como una de las mayores perversiones humanas. Es mucho más inmoral que el robo, puesto que añade a este dos agravantes:
-en la usura es siempre el rico el que roba al pobre
-la usura se practica no ya con impunidad, sino con la colaboración de los aparatos represores del sistema.

Si a nivel individual, la usura ha consituído siempre un motivo de hambre y esclavitud crecientes para el débil y de enriquecimiento para el poderoso, a nivel mundial, esta infamia ha constituído el pilar fundamental sobre el que se ha erigido el expolio de la llamada "civilización occidental" sobre el tercer mundo. Las sucesivas y demoledoras crisis que hunden a la humanidad más y más en el abismo de la más extrema desigualdad tienen su causa primera en la usura, una institución no solo permitida pese a su probada maldad, sino fomentada y defendida como el primer mandamiento de nuestras "democracias liberales"
Las religiones del Libro, Judaísmo, Cristianismo e Islam, condenan la usura sin paliativos. El Corán contiene varias aleyas semejantes a la que encabeza este post. Pero también la Biblia, que judíos y cristianos consideran contiene la Ley de Dios, es tajante al respecto en varios pasajes, por ejemplo, en éste:
"No obligues a tu hermano a pagar interés, ya se trate de un préstamo de dinero, de víveres, o de cualquier otra cosa que pueda producir interés". Deuteronomio, 23:20

Sin embargo, los judíos se convirtieron en los paradigmáticos maestros de la usura y los cristianos -o sus herederos laicos del mundo occidental- dominan hoy el mundo gracias a ella. También en el Islam se dio y se sigue dando la usura.
Sin embargo, quizá gracias a su alejamiento de la órbita de la revolución burguesa, el Islam ha sabido ser más coherente con la prohibición coránica de practicar la usura y la llamada "banca halal" -es decir, banca permitida por la ley coránica- predomina en la mayoría de países musulmanes.

Básicamente, las diferencias que hoy distinguen la banca halal y la ordinaria son las siguientes:
-Cuando se pide un préstamo, no existen intereses, sino una cantidad pactada de antemano y que no está sometida a las fluctuaciones del mercado financiero. En el caso de préstamos hipotecarios, no se permite el embargo: el bien se subasta y el dinero se reparte entre el banco y el cliente en función de lo que éste haya amortizado.
-Están prohibidas las inversiones en productos que van en contra del Islam, -como industrias porcinas, juego, pornografía o sustancias nocivas para la salud o el medio ambiente.
-En los préstamos para abrir negocios, el banco actúa como un socio capitalista más, compartiendo así los riesgos y beneficios con el destinatario del préstamo.
-El banco halal no puede invertir en valores puramente especulativos: solo puede invertir en economía real. (Esta medida habría evitado el latrocinio masivo de dinero al que hemos asistido como causa directa de la presente crisis)

Esta manera de entender la gestión bancaria ha originado que la banca halal haya permanecido inmune a las recientes crisis internacionales por estar alejada de los movimientos especulativos y fraudulentos del dinero de clientes e inversores. Y ha traído como resultado que multitud de no musulmanes se interesen por esta forma más honesta y humanizada de relación bancaria. En España, La Caixa y otros bancos están iniciando tímidas aproximaciones a esta forma de trabajo en algunos de sus productos, no por su altruismo, evidentemente, sino porque, como dirían ellos, han detectado un nuevo target entre los inmigrantes musulmanes, cuyos ahorros y apuros económicos para obtener bienes básicos como la vivienda no desean dejar sin explotar.

Al igual que comenté cuando me referí a la banca ética, todo esto tiene su cara menos atractiva. Podría decirse que supone el mal menor dentro de las condiciones en las que vivimos, pero no faltan críticas, en mi opinión muy acertadas, que aluden al hecho de que "banca" y "halal" son dos conceptos que jamás pueden ir unidos.
En este sentido, recomiendo el excelente artículo del economista musulmán, Umar Ibrahim Vadillo en el que se argumenta teológica y económicamente el rechazo al papel moneda, pues en éste radica ya el problema de la usura y de la injusticia en el intercambio comercial.
Que cada uno saque sus conclusiones.

4 comentarios:

JL F dijo...

Muy interesante. Hace tiempo me interese por qué era exactamente la banca islámica, pero no encontre ninguna en España. ¿Existe la posibilidad en España de acudir a una banca Halal y contratar sus servicios de acuerdo a sus principios eticos?

Un saludo

Dizdira Zalakain dijo...

En España no es posible todavía por problemas "legales". El Banco de España fija las características que deben tener los préstamos, etc. y como era de esperar, los productos halal no encajan ahí. Es decir, que es la propia ley la que obliga a los bancos a ser ladrones -grata obligación, sin duda... En Inglaterra y Francia ya se ha modificado la ley, pero aquí seguimos esperando.
Ahora solo existen productos muy concretos y no estrictamente halal que ofrcen la Caixa, Banesto, BSCH, etc.. .
Algunos musulmanes, ante el dilema moral, deben recurrir a agentes financieros halal, pero como son alegales se les persigue bajo la sospecha de desviar ese dinero negro a células terroristas. Bueno, ya te imaginarás que estamos con la clásica excusa de siempre.
De todos modos, si me entero antes que tú de la existencia de un banco halal en España te avisaré encantada.

Ammar López dijo...

As salamu alaikum.
Es asombroso comprobar lo informada que estás y la variedad de temas que utilizas para escribir tus artículos.
Casi que deberíamos hacerte corresponsal de algún programa de radio.

Recibe un saludo de la Paz de Dios.

Ammar López (Canarias)

Dizdira Zalakain dijo...

Wa alikum as-salam!
Muchas gracias por tus elogios, Ammar. Sin falsa modestia ninguna te aseguro que son inmerecidos.
Lo de la radio sería estupendo: qué pena que viva tan lejos de Canarias...
Saludos.