martes, 2 de marzo de 2010

Tortilla de espinacas y queso.

En los años de la Segunda Guerra Mundial y durante bastante tiempo después, EE.UU. produjo un personaje de dibujos animados llamado Popeye, que enseñaba a los niños, futura carne de cañón marine, una serie de ideítas sencillas y claras:
-Nada como los puñetazos para resolver los asuntos: no solo es más efectivo, también es más divertido.
-Las chicas son piezas de ganado que se van a la cama con quienes ganan las peleas.
-Los piratas de aspecto extranjero como Brutus son malos, los marineros de la Armada Estadounidense de aspecto anglosajón como Popeye, son buenos.
-Comer espinacas de lata es lo que proporciona valor y fuerza. Ni el esfuerzo personal, ni las convicciones ni siquiera las cualidades innatas valen nada. Lo importante es consumir.
-Las espinacas salen de las latas, no de la tierra.
-No hay que comer disfrutando de los alimentos y agradeciendo a Dios o a la Naturaleza que nos proporcione cosas tan maravillosas: hay que comer para conseguir ser el más fuerte y hay que hacerlo de pie, rápido, estrujando una lata y engullendo en un instante su contenido -y por supuesto tirando la lata al suelo.

Esto lo entendieron muy bien los futuros Popeyes que fueron a Vietnam. Sólo que la realidad les ofreció varias diferencias con respecto a su querida serie de dibujos animados.:

-Los vietnamitas también sabían defenderse de los puñetazos.
-Las chicas vietnamitas no se iban con quienes ganaban las peleas, sino que ellas también sabían pelear.
-Tras esa guerra los tipejos amarillos fueron reconocidos por su heroísmo y dignidad: los buenos chicos americanos por su cobardia y su abyección.
-Los frugales consumidores de arroz, medio desnutridos, derrotaron a las barrigas gordas que les invadieron.
-El alimento mágico que les daba el ejército no eran inocentes espinacas, sino drogas de diseño.

Por supuesto es mentira que las espinacas te conviertan en un forzudo. Simplemente alimentan y son una verdura sana y deliciosa, cuando se comen bien cocinadas y disfrutándolas, no como Popeye. Hoy os sugiero una receta sencilla y que creo que será del gusto incluso de los que odian las verduras.

Ingredientes -para 2-3 personas:
-5 huevos,
-250 gr. de espinacas,
-5 piezas de quesitos en porciones,
-Una pastilla de caldo,
-Un chorrito de aceite de oliva.
-Un chorrito de leche.


Modo de elaboración:
Se pone agua abundante a hervir y se disuelve en ella una pastilla de caldo. Cuando hierva, se añaden las espinacas hasta que queden tiernas. Esto supone unos 25 minutos si las espinacas son frescas y unos 10 si son congeladas. Después se escurren bien en un escurreverduras. Es muy importante aplastarlas una y otra vez hasta que suelten la mayor cantidad posible de agua.
En una sartén ponemos un poquito de leche y los quesitos en porciones. Nos vale también cualquier queso fácil de derretir (Camembert, Roquefort, Cabrales, queso para untar, Torta del Casar...) Claro está que con cada tipo de queso obtendremos resultados muy distintos. Id probando con varios: son experimentos muy sencillos y agradables. Removemos a fuego lento hasta conseguir que el queso quede más o menos derretido. Echamos las espinacas y lo mezclamos todo bien..
En un bol aparte batimos los huevos, incorporamos la mezcla de la sartén y removemos para que se mezcle todo bien.
En otra sartén ponemos un poquito de aceite de oliva -basta con untar la base- y añadimos la mezcla de huevo y espinacas. La ponemos a fuego lento hasta que se solidifique por abajo. Le damos la vuelta con esas prácticas tapaderas de cocina y la hacemos por el otro lado un minuto más.
Y a disfrutar. Cuéntale a tu niño que si come muchas de estas tortillas se pondrá tan fuerte que podrá mandar a Popeye de vuelta a Kentucky.

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