El pato a la naranja se ha popularizado en nuestro entorno gracias a los restaurantes chinos, lo cual, junto a eso de que las naranjas vienen de la China, puede llevar a algunos a pensar que el origen de este plato es oriental. Es verdad que no cabe descartar un origen asiático remoto, ya que la naranja, aunque conocida en Europa durante el mundo antiguo, no fue cultivada y consumida regularmente hasta la Edad Moderna. En algún lugar se ha leído que su origen es francés, pero se trata de un error. El Pato a la Naranja fue exportado desde la refinada Toscana a Francia por Catalina de Médicis, cuando ésta se casó con el rey francés Enrique II. Las comilonas y los modales en la corte francesa a la que llegó Catalina eran todavía como los que vemos en las películas de la Edad Media: toneladas de animales asados acumulados sobre la mesa, vino peleón en gruesas copas de metales preciosos y pedrería, todo el mundo comiendo con las manos, grasa chorreando por doquier, eructos como salvas de artillería y separación por sexos. La dama toscana introdujo en la corte de su marido todo eso que luego fue identificado como refinamiento francés en la cocina: uso del tenedor de tres puntas, uso de la servilleta -instrumento que Leonardo da Vinci consideraba imprescindible, y no es de extrañar, si recordamos la larga barba que luce en sus autorretratos-, mesas mixtas, para damas y caballeros, vajillas de porcelana, copas de cristal y, sobre todo, un montón de nuevos elementos culinarios, como el azafrán, la pasta o los helados y de nuevas recetas, como la nuestra de hoy, el pato a la naranja.
Así que la cocina francesa debe a Catalina de Médicis toda la fama de la que ahora goza. Su marido se lo pagó poniéndole desde el principio los cuernos con Diana de Poitiers, una señora veinte años mayor que él. No quedó su ingratitud sin venganza: siendo aun joven, el muy capullo participó, con motivo de la boda de su hija con el rey de España, en un torneo en el que el Conde de Montgomery le dió -suponemos que sin querer- un lanzazo en todo el ojo. Tras muchos padecimientos, murió de la herida.
Una vez aclarados estos temas, imprescindibles para ponerse a cocinar sin que ello parezca una vulgar rutina, pasemos a la, en realidad, sencilla receta:
Ingredientes:
-Magret de pato.
-Mantequilla.
-Vinagre.
-Azúcar
-Naranjas (o zumo de naranja.)
-Pastilla de caldo
-Sal
-Pimienta.
Modo de preparación:
Una de las caras del magret presenta una gruesa capa de grasa. Con un cuchillo, vamos practicando surcos en forma de cuadrícula sobre esa capa de grasa. Salpimentamos el magret por las dos caras y lo ponemos a fuego medio en una sartén con el lado de la grasa boca abajo, para que ésta se derrita con el calor. Cuando esté medio derretida, le damos la vuelta para que se haga por el otro lado un minuto. Sacamos el magret de la sartén -aun estará algo crudo por dentro- lo cortamos en rodajas y lo reservamos.
En otra sartén, ponemos una cucharada sopera de mantequilla, otra de azúcar y 50 ml. de vinagre. La ponemos a fuego lento y vamos removiendo para que se caramelice. Después añadimos un vaso de zumo de naranja y una pastilla de caldo desmenuzada. Cambiamos a fuego alto y dejamos que hierva un rato removiendo de vez en cuando. Si hemos usado naranjas, podemos añadir a la mezcla parte de las peladuras. Esto le dará a esta salsa dulce un toque amargo muy adecuado. Por supuesto, al servir la salsa, las sacamos, porque habrán quedado feas. En su lugar pondremos una rodajita de naranja para decorar.
Cuando la salsa esté con el espesor y sabor adecuados, añadimos las rodajitas de pato y dejamos que se terminen de hacer en la salsa durante un par de minutos.
Pues ya está. Buen apetito y no os olvidéis de usar el tenedor. Ah, y nada de eructos, o doña Catalina se enfadará.
lunes, 20 de diciembre de 2010
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2 comentarios:
Lo de la salsa "con el espesor y sabor adecuados" me parece pura escolástica.... se parece a aquello que decía yo sobre la masa de un roscón: harina "la que le haga falta" y amasado "hasta que esté". Con estas precisiones cocineros no sé si seremos, pero acabaremos de gurús en alguna secta :-)
Es que, jo, fui a pedirle prestado el densímetro a mi vecino Adúriz y me dijo la chacha (textualmente, pero en estilo directo) que se encontraba asistiendo al II Congreso Internacional de Innovación y Liderazgo para Jóvenes Emprendedores de Molina de Segura.
Así que a falta de una medida objetiva, digamos, entonces, que "con el espesor y sabor adecuados" significa, "con el espesor y sabor que tenía el pato a la naranja aquél que tanto te gustó un día."
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