Recientemente, el Congreso, con el apoyo por asentimiento de todos los diputados, instauró la fecha del 27 de junio como
Día de las Víctimas del Terrorismo. La elección de esta fecha se debe a lo que, según dicen los medios de comunicación, fue el primer atentado mortal de ETA. Lo primero que habría que notar aquí es que, entonces, lo lógico es que el día se denominase
Día de las Víctimas de ETA. Pues víctimas de acciones terroristas -entendidas como acciones violentas de grupos con objetivos políticos contra el poder vigente- hubo muchas antes de esa fecha en España. Aunque sobre este asunto no hay cifras fiables, antes de la aparición de ETA debieron morir centenares de guardias civiles en sus enfrentamientos con grupos armados antifranquistas de diversa índole. Sin embargo, nadie los considera víctimas del terrorismo. Los grupos más fascistas de nuestro país no dejan de albergar una secreta indignación contra tal agravio comparativo, como puede comprobarse en este
artículo. Pero la elección de esta fecha no solo implica una tácita, curiosa y no justificada definición de terrorismo, sino una mentira histórica, fruto de un desvergonzado revisionismo histórico al más puro estilo Pío Moa. Desde siempre se ha considerado que las primeras víctimas mortales de ETA fueron el guardia civil José Ángel Pardines y el jefe de policía Melitón Manzanas, asesinados en 1968. Sin embargo, en esta última década, se ha pretendido adelantar en siete años la fecha y adjudicar a ETA la colocación de una maleta explosiva en una estación de Donosti, que causó la muerte de una niña de apenas dos años, Begoña Urroz, el 27 de Junio de 1960.

Sin embargo, hasta hace poco, todos sabían que esta muerte fue provocada por el grupo armado antifranquista DRIL, que había organizado una acción conjunta con artefactos explosivos en otras estaciones del estado español: en Barcelona, Bilbao y Madrid. Sin ir más lejos, la entrada
"DRIL" de Wikipedia no pone siquiera en duda tal cosa (hasta que alguien al servicio de la
nueva verdad se encargue de enmendar el error, supongo.)
El iniciador de la nueva versión de los hechos, según la cual la primera víctima de ETA no fue un guardia civil al servicio de Franco o un sanguinario torturador, sino una niña inocente, fue Ernest Lluch, que publicó poco antes de ser asesinado a su vez por ETA, en 2000. un
artículo en El Correo. La prueba aportada en el artículo es absolutamente demencial: un sacerdote había escrito un libro en el que hablaba de las víctimas del terrorismo y sugería en una nota a pie de página que tal vez la primera víctima de ETA fue la niña Begoña Urroz. ¿Cómo sabía el sacerdote tal cosa? He aquí su contestación:
"Me lo contó una catequista que se llamaba Isabel y que me conocía. Era vecina de la familia Urroz. Ella me dio esa información y yo contrasté en la prensa de la época que efectivamente hubo una niña llamada Begoña Urroz Ibarrola que murió en Amara. Pero no indagué más, ni sabía más. Como puede comprobarse fácilmente, en esa nota a pie de página yo decía que 'parece ser', es decir, que no lo daba por seguro porque no tenía más datos".La conclusión surrealista de todo esto es que, si hoy la prensa al unísono proclama que el atentado del DRIL en Donosti no fue del DRIL sino de ETA, es porque una catequista que conocía a la familia de la niña se lo dijo a un sacerdote 30 años después de los hechos y a éste, que reconoce no tener ni idea del asunto, se le ocurrió ponerlo como posibilidad en una nota a pie de página en un libro de teología. Contra semejante prueba de nada valen, por lo visto, que la justicia internacional en su momento así lo determinara o que el propio DRIL
reivindicase la colocación de explosivos y lamentase la muerte de la niña. Hoy la mentira ha engordado y se presenta
en todos los medios como incontestable y, los mismos que han olvidado arreglar la entrada de Wikipedia sobre el DRIL ya se han encargado de atribuir oficialmente a ETA este atentado en esta conocida enciclopedia online, en el artículo sobre ETA, tanto en su versión en castellano como en su versión en inglés, que coloca la tesis revisionista como la "generalmente aceptada" y la hasta hace poco generalemnte aceptada como propia de "sectores críticos".
¿Cuál es el objetivo de esta manipulación de la historia reciente? La clave nos la da la frase inicial del citado artículo de Ernest Lluch:
"La primera acción de ETA con resultado de muerte ha sido siempre considerada como significativa puesto que se ha intentado que posea un significado político, una liturgia y una épica trascendentes"Es decir, lo que había que evitar era que se siguiera vinculando a ETA con la lucha antifranquista. Si la primera víctima de ETA, en vez de un sanguinario torturador franquista, es una niña inocente, se habrá asestado un duro golpe simbólico-ideológico al separatismo vasco, cuyo objetivo final es marcar una discontinuidad clara entre la lucha armada antes de Franco y después de Franco y por tanto, una discontinuidad entre el estado franquista y el post franquista. Si ETA inicia sus acciones asesinando una niña de dos años, entonces, como dijo Lluch, la cosa adquiere tintes de
pecado original. Un pecado original que, como el de la teología de San Agustín, contamina a todo el nacionalismo vasco y, al mismo tiempo, redime a los herederos actuales de la dictadura franquista, a los discípulos de Melitón, que, como los inquisidores de antaño, utilizaban la muerte de un inocente para oprimir a cientos de ellos.
El historiador Iñaki Egaña publicó hace poco un pequeño resumen de cómo se construyó esta mentira:
Cómo se construye una mentira.