El encabezamiento de este blog, en el que al final hablo de muchas otras cosas, reza que aquí se trata de "cocina fácil y ética." Así que me parece adecuado expresar ahora mi opinión sobre el movimiento Slow Food, que en principio tiene que ver con mi tema.
De qué va el movimiento puede consultarse, por ejemplo en Wikipedia. Basándonos en lo que allí se dice, el "movimiento" parece una cosa un tanto frívola pero bienintencionada. Se trata de promover la costumbre de comer disfrutando de la comida: con lentitud, sabiendo lo que se come, usando productos de temporada... Su nombre está pensado precisamente en oposición a las cadenas de comidas fast food.
Sin embargo, en su propia página se nos ofrece ya algo más que una mera "filosofía." Allí leemos esto:
"(...) fomentamos una nueva lógica de producción alimentaria, desarrollamos programas de educación alimentaria y actuamos a favor de la biodiversidad."
Esta declaración ya implica una dimensión política. La producción alimentaria es uno de los puntales de la economía capitalista y, por cierto, la causa directa de la muerte por hambre de millones de seres humanos. La biodiversidad es así mismo algo vital para la supervivencia de los humanos como especie y hoy está igualmente amenazada por el modelo económico imperante en la mayoría de países. Así pues, Slow Food no se nos presenta como lo que aquí en Euskadi llamaríamos una Sociedad Gastronómica, sino como una organización que pretende y dice ser capaz de cambiar el modelo económico actual.
La cosa no extraña si se revisa la biografía de su fundador, Carlo Petrini, que durante los 70 y 80 fue un activo y notable miembro del Partido Comunista Italiano y otros grupos de ideología marxista.
Sin embargo, enseguida surge la disonancia fundamental. Si Slow Food se opone al modo actual de alimentarse y de vivir y, como parece, posee medios y recursos económicos suficientes como para poder poner en práctica esta oposición, es que es un temible elemento antisistema. Pero entonces ¿cómo es posible que se hable elogiosamente de ellos en los medios prosistema? ¿Cómo es posible que los mismos cocineros que deben su prestigio a la publicidad que continuamente hacen de ellos los medios de comunicación afectos al sistema figuren como miembros de este selecto club antisistema? ¿Cómo es posible que entre los patrocinadores de Slow Food se encuentren multinacionales de la alimentación que en principio son la antítesis de lo que predica Slow Food?
La respuesta no es complicada por dos razones. Primero, porque lo que hace Slow Food lo hacen centenares de asociaciones, partidos políticos, empresas, grupos religiosos etc. etc. del mundo actual. Se trata de plantearse una utopía y pretender hacerla realidad sin hacer otra cosa que decir lo bonito que sería un mundo así. Estro ocurre en multitud de conocidos casos: Iberdrola, una de las empresas más destructivas del ecosistema, nos habla de respetar la naturaleza en sus spots publicitarios. El partido político que acaba de perpetrar la reforma laboral más salvaje de la historia española, celebra sus congresos cantando la Internacional. Y así sucesivamente.
El sistema logra al hacer esto dos objetivos, uno es evidente y el otro no tanto, pero es mucho más dañino. El primero es que la gente crea que de verdad Iberdrola es ecologista o que de verdad el PSOE es socialista. El segundo consiste en que la gente, una vez decepcionada con Iberdrola, el PSOE y centenares de casos similares, considere que la ecología y el socialismo son engañabobos, estupideces o incluso cosas perjudiciales. Empleando una metáfora tomada de la biología, a esto se le llama fagocitación. El sistema capitalista es inmune a las ideologías, porque no las rechaza o combate, como hacían los anteriores regímenes, sino que las convierte en eslóganes publicitarios. Con ello las hace trabajar para su causa y, de paso, las destruye. Utilizando otra metáfora biológica, puede decirse que el capitalismo tiene un sistema inmunológico muy desarrollado contra las ideas. Por eso en los países capitalistas se toleran bastante bien las ideas antisistema.
En este sentido, Slow Food es un ejemplo claro de banalización de ideas que sin embargo son vitales para la humanidad. En Slow Food nos dicen que debemos comer lento y comer productos naturales. Magnífico consejo. El problema es que no nos dicen cómo puede comer lento y natural un trabajador explotado de suburbio que no tiene ni tiempo ni dinero para ello. El problema que tienen en África no se deriva de una mala filosofía sobre nutrición, sino de una falta de alimentos. Y la falta de alimentos no se deriva de otra cosa que del robo sistemático al que son sometidos.
Esto nos lleva al segundo motivo por el que Slow Food, a pesar de ser aparentemente antisistema es tolerada y fomentada por el sistema. Desde Marx es imposible ignorar que el mundo no cambia con la palanca mágica de las ideas. Slow Food, Iberdrola y el PSOE tienen bonitas, magníficas ideas. Pero las ideas no son hechizos mágicos, que convierten en realidad lo que se desea. Las ideas de Slow Food no son realizables en el mundo actual. Para hacerlas realidad, habría que acabar con todo lo que se interpone entre sus deseos y el sistema. Un mundo en el que triunfasen las ideas de Slow Food debería acabar antes con cosas como las multinacionales de la alimentación, la explotación laboral, el expolio del tercer mundo, etc. Nadie va a convencer a los grandes del capital mundial con filosofías ni discursos. Y si alguno sucumbiera a ellas, inmediatamente su puesto sería ocupado por otro.
Para quienes estén interesados, existe una documentadísima crítica a Slow Food en este blog.
El sistema inmunológico del capitalismo no solo no se ve afectado, sino que se ve reforzado con vacunas como Slow Food. Los spots de Mc Donalds ya empiezan a incorporar sus eslóganes. No importa demasiado -salvo para sus conciencias y el Juicio Final- si Carlo Petrini y demás miembros son conscientes de que están actuando contra lo que predican. El caso es que tras conocer a Slow Food, yo misma pienso que no sirve de nada hablar de cocina ética en un blog.
De esto no nos librarán las ideas sin más... Las ideas son necesarias pero no suficientes. Si algún día el sistema se derrumba no será por predicar su caída.
domingo, 12 de septiembre de 2010
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3 comentarios:
Eguerdi on, dizdira. Antes de nada, agradecerte la referencia elogiosa -si es que "documentadísimo" es algo positivo tratándose de un blog- que haces a lo que en su día escribí acerca de Slow Food. Despues de casi 15.000 palabras y un año de reflexión, he llegado a una conclusión un poco diferente a la tuya, aunque la pueda compartir parcialmente. En realidad, en mi opinión, SF carece de un discurso como tal, y los hechos llaman a pensar que se trata de una asociación gastronómica sin más, eso si, rodeada de una parafernalia de frases más o menos progresistas que no hacen sino servir de envoltorio al producto, al más puro estilo gauche divine.
Por lo demás comparto buena parte de lo que dices, aunque matizado por mi mayor cinismo.
Un saludo, y aprovecho para invitarte (invitaros) a que leais una nueva serie, esta vez sobre transgénicos, ya publicada en mi blog original (en lengua gallega) y que un día de estos publicaré en castellano.
Saúde e Terra.
Gracias a ti por trabajarte tan bien los posts. No dudes de que consultaré la serie sobre los transgénicos: es un tema que me interesa especialmente .. Con respecto a Slow Food y demás performances, en efecto coincidimos en el ascopena que nos provocan. Salvo esos matices de mayor o menor distanciamiento/desengaño ideológico creo que estamos básicamente de acuerdo en lo esencial: en el timo y el insulto a la inteligencia que suponen los inventos de los grandes gurús de la cocina.
Yo poseo también una buena dotación de cinismo "genético", pero mi fe lo amortigua un tanto: no puedo evitar ser seria en ciertos temas.
Por cierto, que el blog Antigourmet que recomiendas en el tuyo me parece desternillante. No sé qué ocurre que no funciona y solo he podido leer algunas cosas que estaban en la caché de Google, pero he disfrutado lo mío con sus comentarios sobre el inefable Aduriz, del que fui víctima el año pasado.
Saludos. Te sigo leyendo.
Si, Antigourmet desapareció sin avisar y sin dejar rastro hace como un año (no sé si serían los poderes oscuros o simplemente que se cansaron), pero lo mantengo en mi lista de imprescindibles porque lo son y lo serán siempre. Si tienes ocasión mira este : http://www.antigourmet.com/2009/07/07/antigourmet-en-el-poblet-de-quique-dacosta-i/ y su siguiente entrega y verás lo que es bueno. Yo también lo pasé muy bien leyendo tu crónica de yantaris interruptus en casa de aduriz el lotófago, pero ya era un poco tarde para comentar. Te seguiré leyendo, no lo dudes.
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