Hoy hablamos de la "doctrina" de este personaje porque es el presidente de la Asociación de Empresarios de Gipuzkoa (ADEGI), pero este retrato intelectual de "emprendedor" puede trasladarse a cualquier lugar del Estado, de Europa y del mundo entero.
No me ha sido posible averiguar gran cosa sobre su trayectoria profesional pero deduzco que, ya que la empresa en la que "trabaja" y que lleva su nombre fue fundada en los años veinte del pasado siglo, no se trata de la tipología poceril del "hombre duro hecho a sí mismo", sino más bien de la de niño de papá heredero de la empresa familiar y de su afán por vivir de la plusvalía generada por sus vecinos, como lo hacían los señores feudales de antaño. En cualquier caso, estos datos carecen de importancia, pues constituyen un arquetipo tristemente extendido por el mundo.
Escribo del señor Zubiaurre por lo desinhibido de sus declaraciones en los últimos tiempos. Desde la implantación del neoliberalismo salvaje los capitalistas no tienen pudor alguno en mostrar su verdadera naturaleza y en desvelar sus intenciones. La desclasación y la idiotización de la sociedad en general y de los trabajadores en particular también es de gran ayuda para que estos especímenes puedan soltar por su boca emprendedora un diagnóstico ex cathedra sobre la economía actual. Los medios de comunicación nos dan a entender que quienes más saben de economía son los empresarios y que sus opiniones son opiniones expertas. Pero eso es una falacia. En primer lugar porque, como agentes económicos, son parte interesada y muy interesada en el tema y su objetividad evidentemente es nula. En segundo lugar, porque un empresario no necesita saber de economía para montar una empresa, del mismo modo que un ladrón no necesita estar diplomado en Criminología para desarrollar su trabajo.
El otro día estaba desayunando y se me atragantó la magdalena al escuchar a este prohombre algo parecido a lo siguiente: "La reforma laboral es urgente ya que la protección social heredada del franquismo supone un lastre para la economía. Los empresarios deben tener vía libre para contratar y despedir personal sin ninguna restricción según las necesidades del mercado. Y cuando se produzcan los despidos, pues para eso está el paro."
Así pues, los derechos de los trabajadores son cosas franquistas. Lo democrático es la mano de obra esclava. Muy bien.
Pero este tipo aun se despachó con una perla más fina dedicada a sus vecinos de Eibar, esos que durante generaciones, con los beneficios arrebatados a su trabajo, le han convertido en un capitalista. Afirmó que en estos momentos él jamás implantaría una empresa en su pueblo porque la gente allí pide unos sueldos demasiado altos y la conflictividad laboral es insoportable. Lo primero que llama la atención es que, en contra de los que dice nuestro personaje, en los últimos 40 años el nivel adquisitivo de los trabajadores no ha hecho sino menguar. Y si con Franco, según dice él, los trabajadores tenían tantos derechos, ¿cómo no cogió entonces los bártulos y se fue a montar su puto chiringuito a Beluchistán? ¿Ahora, que es cuando el despido es casi gratuito y libre es cuando se queja? Traduzcamos, pues: esas declaraciones significan que aquí todavía existen unos sindicatos que no se venden por cuatro duros y unas cuantas cenas y que son la última espinita que le queda al totalitarismo capitalista para robar sin trabas y absoluta comodidad.
Zubiaurre, parece ser, está descontento con las condiciones que le ofrece Euskadi: un país con los sindicatos aun sin domesticar. Pero, claro, ¡como en Euskadi los ladrones de plusvalías cotizan menos a Hacienda que en el resto del Estado Español...! En eso consiste el nacionalismo vasco para la cueva de Alí Babá de Confebask. En definitiva, el paraíso del señor Zubiaurre consiste en una empresa con la sede social en Gipuzkoa -para pagar pocos impuestos- pero con las fábricas en países "de economía emergente" que le permita contratar una mano de obra esclava: sin convenios, sin sindicatos, sin gastos en seguridad laboral... La mano de obra infantil de la India debe ser un buen ejemplo de una empresa moderna que se quita de encima el lastre del franquismo.
Durante el franquismo precisamente me contaba mi padre que los trabajadores de una empresa vasca obligaron a comer hierba a su patrón porque les había llamado burros. Con la "democracia" ya no pasa eso: el empresario y los representantes de UGT y CC.OO. comen langosta en un clima de armonia y paz social sin igual.
Ciertamente, tipos como Zubiaurre hacen que Franco no parezca tan fascista.
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7 comentarios:
Parece que la nueva estrategia es vincular los derechos "excesivos" de los trabajadores con regímenes antidemocráticos (como si el nuestro fuera democrático). Asi que para que tengamos un sistema mas libre y mejor, echamos a mas gente a la calle, les bajomos las pensiones y que se paguen ellos el hospital y el medico.
Las vueltas de tuerca del capitalismo sobre los trabajadores ya estan perdiendo todos los disimulos, ya que engañar a un animal domestico es mucho mas fácil que a uno salvaje, y el hombre "libre" del capitalismo es hoy el hombre mas sometido de la historia.
Sí: lo de propagar el mensaje de vincular la democracia con la desprotección social ya se ensayó en los años 20 y 30 con el desastroso resultado que todos conocemos.
Sin duda este hombre es un "pilar de la nación".
Es curioso lo lejos que suele estar la legalidad de la moralidad. Cuando la esclavitud directa (la indirecta funciona igual y la directa sigue funcionando en muchos lugares) era oficial no había grandes cuestionamientos sobre el tema. El que la sociedad asienta le da una cierta "credibilidad moral". En este caso que la sociedad siga asintiendo con el derecho de propiedad es lo que permite que gente codiciosa retenga lo que otros necesitan.
Saludos
Ya no es que asienta con el derecho de propiedad. El derecho de propiedad no digo que sea un derecho "natural", pero en cualquier caso está tan arraigado que casi se ha naturalizado. Pero es que se asiente con el derecho de que un individuo se apropie de las plusvalías generadas por todo un colectivo. No soloéso: está extendidísima la ideología de que ese sistema absurdo y perjudicial es el mejor si no el único viable. Por otro lado, del mismo modo que la ideología feudal consideraba que el clero y la nobleza, que no hacían nada productivo, eran los auténticos generadores de riqueza, hoy la ideología capitalista nos quiere hacer creer que los empresarios generan riqueza, siendo la evidente realidad que lo que hacen es apropiársela e impedir por todos los medios que los beneficios del trabajo recaigan en la comunidad de trabajadores.
Últimamente he detectado un argumento que se va abriendo camino muy bien: que los derechos de los trabajadores son una ominosa herencia del franquismo, que los concedió para que, acambio de no tener libertad política, hubiera paz social.
Obviamente, es todo falso, pero ahora están imponiendo esa idea. Supongo que para que liquidar esos derechos parezca una exigencia democrática.
Sí. De forma implícita creo que la caída del muro de Berlín representó el triunfo total del capitalismo. Ha dado la impresión de que era el sistema triunfador, el único posible y, lo peor de todo, lo que dices, el sistema que representa el orden natural.
pcbcarp:
Sí, en realidad esto ya es un fenómeno sociológico estudiado por Marx: la "conciencia invertida". Los aparatos ideológicos generan en las masas la curiosa capacidad de ver las cosas justo al revés de como son. Así, la democracia termina consistiendo en eliminar derechos laborales, la libertad de la mujer en prohibirle vestir como quiera y el libre mercado en el monopolio.
Blues:
Sí, parece mentira, pero el absurdo llega a esos límites: si el estado "natural" del hombre es la economía de mercado liberal ¿el hombre del Paleolítico era un capitalista emprendedor y la civilización posterior hasta el s. XIX una larga serie de cortapisas artificiales a ese estado natural?
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