martes, 9 de junio de 2009

PIOJOS RESUCITADOS.


En ocasiones, conviene descender a la anécdota para inducir, posteriormente, lo que ocurre a nuestro alrededor. Por esta razón, contaré la triste historia de Armand Nong, como paradoja de la situación que miles de personas sufren en nuestras ciudades y pueblos.
Armand es un estudiante camerunés de 19 años, que lleva 12 residiendo en Euskadi, junto con su madre y sus hermanos. Este dato es fundamental, ya que indica, por una parte, que se trata de un ciudadano vasco o español, según los gustos, en cuanto a formación cultural; y, por otra, que no cuenta con ninguna familia en Camerún, puesto que toda su familia reside aquí.
Pues bien, en uno de los controles policiales constantes a los que se ve sometido por su color de piel, se le retira el pasaporte, única documentación válida para las autoridades de Extranjería con la que cuenta. Todos los datos apuntan a que un diligente agente del orden extravió o destruyó su pasaporte. Paralelamente, su abogado de oficio no le comunica en ningún momento que debe renovar su documentación cada seis meses. Ni que decir tiene que ni el madero ni el abogado han sufrido consecuencia alguna por su negligencia.
El caso es que un buen día, Armand acude a clase y es detenido y expulsado a Camerún en menos de 24 horas. En Camerún no conoce a nadie y es acogido por unos frailes salesianos. La madre, desesperada, acude a los medios de comunicación, perpleja ante lo sucedido.
Se da la situación de ee que el chico es un excelente estudiante y en seguida la Universidad, el Gobierno Vasco e instituciones como Cáritas se vuelcan en su ayuda. La paradoja tragicómica consiste en que el mismo país que le ha expulsado, le envía los apuntes por valija diplomática para que no pierda el curso. Ver para creer.
La ley es inamovible y Armand no puede, de ninguna manera, volver a casa, pero se ha montado tanto revuelo que el Gobierno de Zapatero, el de las 3 culturas, se la salta y hace volver a Armand con un visado de estudiante. El absurdo surrealista ha conseguido que la historia tenga un final "feliz", después de 4 meses de angustia en los que el chico pensó hasta en el suicidio o la huelga de hambre.
Lo malo es que existen miles de Armand que jamás podrán volver a la que es su casa desde hace años, aunque tengan hijos nacidos aquí, de los que son separados. Esto ocurre en un país de explotadores y genocidas de indígenas en América y de inmigrantes a centroeuropa en los años sesenta. Algunos de los que aprueban estas leyes inhumanas y racistas son los hijos de aquellos pobres hombres que tuvieron que emigrar a Suiza o Alemania porque se morían literalmente de hambre. Como decía mi abuela, no hay nada peor que los piojos resucitados.

2 comentarios:

. dijo...

Es una historia triste. Y lo peor de estos casos no es la historia en sí, es el sistema que la hace posible.

Cuando gente como Berlusconi llega al poder tampoco es él lo peor, después de todo gente que funcione así siempre ha existido. Lo peor es la cantidad de millones de personas que lo avalan para llegar hasta ahí. Eso ya es un síntoma de que algo muy grave está pasando.

Saludos.

Dizdira Zalakain dijo...

Si existieran puntos aislados de maldad y estupidez, no sería grave, como dices. Pero, por desgracia, cuentan con el silencio y la pasividad de la mayoría de gente honrada y de buenas costumbres, que no quiere meterse en líos y que, para borrar su rastro de culpabilidad, acaban por proyectar dicha culpa hacia el débil, colaborando incluso en su destrucción.