sábado, 27 de junio de 2009

LA RUTA DEL EMBARGO.

La otra noche estaba zappeando un rato y vine a dar con el Telediario de Antena 3. No prestaba demasiada atención a los reportajes insustanciales, sucesos y promociones hasta que me quedé perpleja al oir cómo una locutora presentaba en un tono jovial y festivo lo que ella denominaba: la última moda en inmobiliarias.
En ese mismo tono despreocupado presentaron un reportaje en el que una inmobiliaria malagueña organizaba rutas en autobús para posibles inversores, visitando inmuebles que habían sido embargados por falta de pago. La trabajadora de la inmobiliaria comentaba, encantada de la vida, que esta idea había tenido mucho éxito en Málaga y pensaban exportarla a Madrid. Afirmaba, sonriente, que se podían visitar desde apartamentos minúsculos hasta villas de lujo, pasando por todo tipo de locales comerciales.
Es importante destacar que a los visitadores de pisos en todo momento se les denominaba inversores en lugar de compradores. Bueno, ahora todo encaja...
En esta siniestra cadena de sanguijuelas sin escrúpulos existen tantos peldaños como grados de culpabilidad en la rapiña, pero, en mi opinión, nadie que participe en este festín de la carroña está libre de culpa: comenzamos por los legisladores que, mientras entregan dinero a manos llenas a banca y empresas sin ningún control auditorial, permiten que familias corrientes, cada una con su terrible y anónima historia se vean en la puta calle.
Siguen los jueces y la policía que no tienen ningún problema en desahuciarla aunque sea de forma violenta. Continúa la inmobiliaria que se hace con información privilegiada sobre las subastas que tienen lugar tras los embargos adquiriendo las casas para revenderlas. Y, finalmente, llegamos al honrado ciudadano que no tiene ningún conflicto ético en instalarse sobre las ruinas de lo que ha sido la vida de los anteriores moradores. Aún más, presume ante sus amigos del chollo que ha conseguido gracias a la crisis. En este catálogo no incluyo a los buitres llamados inversores porque es obvio de qué viven y no vale la pena si quiera hablar sobre ellos.
Lo mejor del caso es que si lo comentara con mis amigos me dirían que nadie tiene la culpa de lo que le pase a los demás y que sería de imbéciles no aprovechar la oportunidad.
Pues bien, me alegro profundamente de ser imbécil.

3 comentarios:

. dijo...

Estas situaciones me recuerdan mucho a la figura del banco en "Las uvas de la ira" de Steinbeck. No es nadie físico contra lo que poder defenderse, simplemente te arrolla. La alienación humana se proyecta entonces en una organización que puede más que la realidad de las personas. Y lo que es más simpático, encima lo hace amparándose bajo el esquema de ley-justicia.

Hay un documental de Pino Solanas que también habla en algunas partes sobre temas similares a estos (una pena que Pino no acierte en otras facetas como hace en el cine). Hace mucho puse algo de eso aquí (perdón por el autospam): http://unmisantropo.blogspot.com/2007/04/dignidad-de-los-nadies-fernando-solanas_8037.html

Quizás ya conozcas el documental.

Saludos.

Dizdira Zalakain dijo...

Gracias por la recomendación. Había oído hablar del documental, pero no lo he visto. Intentaré conseguirlo. También he leído tu antiguo post. La esperanza es, supongo, lo que nos mantiene activos, aunque a mí me desconcierta la diferencia que encuentro entre la gente de la calle y la que escribe en internet.
Quiero de cir que no veo interés apenas en organizar movimiento social alguno, salvo grupúsculos marginales y marginados. Saludos.

. dijo...

Supongo que será lo de que del dicho al hecho hay un gran trecho.