Esto es lo que está pasando en Euskadi.
Al igual que todos los sábados primeros de mes, hoy era día de mercado en Oiartzun. Me pareció un buen momento para sacar unas fotos de la plaza y los alrededores y para hablar de los talos que suelen venderse, así que he cogido mi cámara y he salido a la calle. El día estaba tristón, pero no llovía. He realizado algunas compras y he salido por una bocacalle a la plaza.
Entonces he contemplado el siguiente espectáculo: la plaza estaba tomada por tres furgones de la ertzantza y alrededor de una docena de polis con casco, armados y con cara de pocos amigos. Entre ellos, como si fueran parte de un decorado, la gente compraba talos, los críos jugaban y unos novios se casaban en el ayuntamiento. El fotógrafo que contrataron los novios las pasó canutas para filmar la entrada al ayuntamiento de forma que en vez de una boda aquello no pareciese una redada policial. Además, no estoy segura pero creo que es ilegal grabar a la policía -aunque por lo visto sí es legal que ellos te graben a ti. Los novios, los familiares, y hasta las niñas con las arras vestidas de princesitas debían acceder al ayuntamiento estrechándose entre los furgones que flanqueaban la puerta. Está bien que las fuerzas del orden te protejan mientras te casas. ¿Verdad?
Hoy me he sentido aun más cerca del pueblo palestino porque el mío parecía Hebrón. ¿De quién nos protege exactamente la policía del PSOE-PNV? Aparentemente, la terrible amenaza la constituían vendedores de quesos y verduras y un pequeño escenario en el que parece que iban a tocar unos trikitilaris. Salvo que se tratara de terroristas disfrazados, con quesos bomba y acordeones con el fuelle cargado de ántrax, no acabo de comprender el pequeño Tiananmen.
A lo mejor todo cobra sentido si aclaro que el ayuntamiento de Oiartzun tiene mayoría absoluta de ANV. Se me había olvidado este pequeño detalle. Tal vez se trate de amargarle un sábado a esa maldita gente que vota a quien no debe.
Ante la imposibilidad de hablar de mi pueblo, como pretendía, me centraré en los talos y aportaré la única foto no sospechosa que he podido obtener: ya en la intimidad de mi casa, en la que, que yo sepa, no estoy protegida por la ertzantza, de un presunto talo y una botella de sidra que podría formar parte del entramado gastronómico vasco.
No voy a daros la receta del talo, porque no sé hacerlo. Diré solo, para los que no lo conozcáis, que el talo se hace con harina de maíz. Según pude ver en el puesto de la plaza, se toma una bola de masa de harina de maíz y luego se lo aplana hasta adquirir forma de pizza, dándole palmaditas rápidas por toda la superficie. Después se tuesta en una plancha y se dobla en forma de media luna con el relleno correspondiente. normalmente, queso de oveja o txistorra.
Para acompañarlo, lo típico es la sidra o el txakolí.
No suelen encontrarse talos en el comercio ordinario, -aunque hay alguna marca que se ha atrevido a venderlos precocinados, con resultados yo diría que dudosos. Así que es preciso o aprender a cocinarlos o acudir a estos puestos -con DNI y un pasado limpio, of course.
domingo, 7 de junio de 2009
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2 comentarios:
Hace años estuve en el festival de blues de Getxo y también me pasaron escenas parecidas.
No puedo opinar demasiado porque ni conozco demasiado el tema ni es mi "guerra" (aunque en el fondo todas las guerras nos incuben a todos) pero lo que es obvio es que hay dos bandos enfrentados que, ya puestos a comparar con el conflicto palestino-israelí, también reivindican el mismo espacio físico.
La diferencia con una guerra ordinaria es que aquí al que está en desventaja se le llama terrorista y al que está está en el poder sólo le interesa mantener su "orden" imperante (recordemos a Trasímaco y su mención de que la justicia es la razón del más fuerte).
Supongo que está ahí el motivo de lo que describes en la entrada.
Saludos.
Hola, Bluesman. Como siempre, tus apreciaciones tan certeras. No pretendo equiparar el conflicto vasco con el palestino, ya que nos separa un abismo de sufrimiento. Ni siquiera tengo claro que la independencia de Euskal Herria sea el mejor camino. Lo que me indigna es la imposibilidad de elegir.
Como bien dices, la injusticia es universal, aunque resulte muy dificil informarse acerca de lo que ocurre en lugares concretos, por culpa de unos medios de información monocordes y partidistas que nos ofrecen una imagen de infierno de países como Venezuela, Cuba o Irán y nos venden el paraíso de Estados Unidos o la modélica transición española.
Saludos.
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