domingo, 21 de noviembre de 2010

Mentar el golpe en casa del golpista.


El 25 de Julio de 2008, el programa "La Ventana" de la Cadena Ser organizó un debate entre William Cárdenas, activista venezolano implicado en el golpe de Estado del año 2002 y Carlos Fernández Liria, profesor de Filosofía de la Universidad Complutense, sobre la reciente visita del presidente venezolano Hugo Chávez a España. La moderadora expulsó a Fernández Liria del debate debido a que esté acusó abiertamente al grupo PRISA no solo de apoyar ideológicamente el Golpe de Estado, sino de estar implicado en él, presentando para ello las correspondientes pruebas. Por ejemplo, este editorial de El País, en el que se justifica el golpe y se ve con esperanza y benevolencia al gobierno golpista que de él saldría.
La actitud de Fernández Liria en este debate resulta sorprendente por poco habitual.
Normalmente, cuando uno es entrevistado en un medio de comunicación para dar su opinión, una norma de educación asumida es que no debe criticarse directamente a ese medio, del mismo modo que cuando uno acude como invitado a una casa, se debe tener cuidado de no ofender al anfitrión. Algún comentarista recordó, en este contexto, que el profesor era igualmente desagradecido en el ámbito laboral pues él, funcionario a sueldo de la Universidad Complutense, no se había privado de criticar el Plan Bolonia y, en general, la deriva mercantilista que la institución estaba sufriendo. Y concluía: "si no le gusta la Universidad, que se vaya y deje de vivr de ella."
El hecho de que estos argumentos tengan cierto éxito se debe a su apariencia de corrección.
Lo que me interesa aquí no es tanto demostrar que los argumentos no son en realidad correctos, sino por qué lo parecen.

Si se piensa brevemente, se comprenderá que el deber moral de Fernández Liria, si es invitado a expresarse públicamente sobre la situación en Venezuela, es decir la verdad, o al menos, lo que él cree que es la verdad. Si esa verdad supone una grave acusación contra el medio de comunicación que le invita a hablar, no por ello debe dejar de decirse. No hacerlo es lo reralmente inmoral, pues ello equivale a aceptar un soborno: nosotros te invitamos a hablar y a cambio tú no nos criticas. Exactamente lo mismo puede aplicarse a la cuestión de la universidad: si Fernández Liria callara porque trabaja en ella, entonces estaría aceptando un soborno: nosotros te pagamos un buen sueldo y tú, a cambio, permaneces callado.
Es evidente que actuar como lo hace Fernández Liria no solo es lo correcto desde un punto de vista ético. Además, es sumamente perjudicial para él mismo. Actuando así se asegura no volver a ser entrevistado en PRISA y pone en peligro su carrera profesional.
Actuar como se considera que se debe actuar aunque eso sea perjudicial para uno mismo. ¿No es este el ejemplo indudable de una acción éticamente valiosa?
Sin embargo, ya hemos visto que tales argumentos parecían correctos antes de sopesarlos detenidamente. Antes de tomarnos este trabajo, Fernández Liria podría pasar por, como mínimo un loco maleducado, si no por un gorrón que muerde la mano que le da de comer.
¿Qué nos ofusca para que aquel que es justo y valiente nos parezca un loco egoísta? Seguramente, lo mismo que ofuscó a la asamblea que condenó a muerte a Sócrates. Yo diría que la contemplación de una persona que quiere y puede ser incorruptible (que lo quiere porque es noble y lo puede porque es inteligente) genera en los espectadores un insufirble odio porque, justamente, los deja en evidencia.
Vivimos en el autoengaño de que no es adecuado criticar o combatir a los que mandan sobre nosotros, porque es de locos, porque es de maleducados, porque es de egoístas, de desagradecidos... En realidad todo esto no son más que las excusas del cobarde, del esquirol.
La honestidad siempre ha sido un detalle de mal gusto.

14 comentarios:

JL F dijo...

Cierto: decir la verdad o ser consecuente con los principios (no solo los de uno mismo, sino incluso con los que tambien lo son los de los medios en los que se habla o la empresa donde se trabaja) incomoda porque desnuda la hipocresia del que en la practica simplemente es un mercenario.

eSedidió dijo...

Aunque ya sabes que en el asunto Venezuela milito en la barricada de enfrente, lo cortés no quita lo valiente y he de darte la razón en lo que dices. Totalmente.
Y ya al margen, dos cosiñas: Una. No sé que te pasa últimamente que estás de lo más productivo. Fue dejar de pasar una semana y encontrarme con dos o tres diatribas y cinco o seis recetas. Frena que te va a dar un yuyu. Y dos. Tienes a tu disposición una nueva versión (como me compares otra vez con Waits te hago vudú)

Dizdira Zalakain dijo...

Jose Luis:
La verdad es que la entrevista es muy útil porque pone en evidencia que la censura existe. Normalmente no ocurre porque para eso es necesario que exista gente como Fernández Liria y, evidentemente, éstos ya no repiten. Es la censura preventiva.

eSedidió:
Es de valorar que en esto distingas entre la forma y el contenido. Revela capacidad crítica y talante desprejuiciado. Estoy convencida de que con esas cualidades y con las musicales, ya que Alejandro Sanz no quiere ir a cantar a Venezuela por desavenencias ideológicas (!) terminarás siendo tú, vestido con camisa roja, el Silvio Rodríguez de la Revolución Bolivariana. Qué duda cabe de que para un país librarse de Alejandro Sanz es una bendición solo comparable a disfrutar de Tom W... uy, perdón...

eSedidió dijo...

Uno: es que los tokagüevos debemos de estar unidos por encima de tikismikis ideológicos. Y dos. Ni de coña. Con mi "configuración anatómica" y camisa roja iba a parecer un tomate, y me temo que el guía de la RB come de todo.

Dizdira Zalakain dijo...

Tranquilo, solo come oligarcas.

quebrantandoelsilencio dijo...

La expulsión del programa y la más que probable exclusión que sufrirá en su entorno laboral, es el precio que tiene que pagar aquel que antepone la honestidad ante el dinero. Todo mi apoyo para el valiente profesor.
Un saludo

P dijo...

Es eso precisamente lo que le falta al periodista de los medios burgueses: honestidad. A nadie se le puede impedir imparcialidad, pero la honradez, en este caso, profesional, ha de ir por delante. Es justa la libertad para opinar, no la libertad para mentir.

Como decía José Gervasio Artigas: "Con la verdad, ni ofendo ni temo".

Saludos.

Dizdira Zalakain dijo...

quebrantandoelsilencio:
Estoy convencida de que pronto se aprobarán leyes para poder expulsar con cualquier excusa a los profesores de universidades públicas que no den el perfil ideológico.

Rafael:
Buena declaración de principios la de Artigas. Lo que no sé es si al final no ocurre que la verdad es de las cosas más ofensivas y que, por ello, más hay que temer decir.

Saludos y gracias por vuestros comentarios.

Anónimo dijo...

En momentos difíciles es necesario tomar medidas extraordinarias, así que me atrevo a lanzar la idea de que todos y cada uno de los ciudadanos de este Estado borbónico que crean necesario deshacerse de ese tal Alejandro Sanz, paguen la cantidad de un euro, que será entregada junto con el resto de lo que se recaude al país o Estado (con una islita perdida por ahí también nos vale) capaz de quedarse con el susodicho cantante con la condición inexcusable de que ni él ni sus canciones puedan volver por estos lares. ¿Apostamos a que se recauda bastante?.

Dizdira Zalakain dijo...

Yo creo que no es necesaria tanta movilización. A este engendrillo de la industria incultural hispana no creo que le quede mucho rodaje comercial. Dentro de unos años lo veremos en uno de esos programas de telebasura en los que sacan de vez en cuando a deshechos del pasado para recordar lo idiotas que éramos en los 90. O aparecerá en un reportaje gordo viscoso y ultraoperado, olisqueando en los localuchos mugrientos de Miami a ver si le dejan cantar a cambio de una rayita.

Eleutheria Lekona dijo...

Pienso que el relativismo moral que hoy campea en el ambiente impide a muchos reconocer, siquiera, la existencia de la verdad, de alguna verdad. Así, hombres y mujeres que se conciben libres se preguntan, ¿qué es la verdad? y, esclavos del reconocimiento social, no se atreven a nombrar malo a lo malo o bueno a lo bueno, ni a reconocer la existencia de una realidad a nosotros objetiva que -contrario a lo que afirman los posmodernismos (basados, por lo regular, en una interpretación incompleta de la física relativista o de la mecánica cuántica)- no por advertirla se distorsiona. Establecer un criterio ético apelando a la propia libertad es, a mí parecer, no un imposible, pero sí que exige muchos compromisos, responsabilidad y una capacidad de autovalidación y autocrítica ante el propio actuar que no siempre interesa o conviene. Hoy la masa desea atascarse en su hedonismo, vivir en los excesos del vacío, en las cimas de la estupidez. Pero -como dice un amigo virtual- la “aplastante minoría”, ese grupo reducido de humanos honestos, rebosantes de esperanza y siempre consecuentes con sus sueños, están allí, yendo un paso adelante, aluzando a estos humanos retrógrados que insisten en regodearse en el engaño, en hundirse en la intrascendencia y en este impasse intelectual que les impide pensar autónomamente y, peor, les lleva a arrastrar, a los abúlicos, hacia esa misma vereda (y no sé si unos humanos sean mejores que otros, pero sí que son notorios los humanos que se entregan a la acción en una época de anquilosamiento) . Y hete allí que están los Carlos Fernández Liria, los Saramagos, los Fazios, los Sabatos que, en consonancia con Chomsky, asumen como propia esta responsabilidad: la de decir la verdad y revelar el engaño. Extraordinario.

Dizdira Zalakain dijo...

Sí, yo también he oído a gente defender que "todo es relativo" basándose para ello en una prueba "científica": la Teoría de la Relatividad.
Eso es tan estúpido como afirmar que la situación actual es muy grave, como ya lo demuestra la ley de la Gravedad, pero el caso es que se dice en serio en periódicos y programas de radio y TV.
Sobre las causas del desprecio posmoderno al pensamiento que busca la verdad, ya escribió con lucidez el propio Fernández Liria en los 80, en plena época en la que, al menos en España, todos los que no fueran posmodernos eran acusados con el terrible cargo de haberse quedado pasado de moda:
¿A qué llamamos postmodernidad? A una época que ya no quiere pensar en qué
sociedad vive porque ya no sería capaz de soportar la realidad; la realidad de seguir
siendo, de hecho y sin sorpresa, miembros de la sociedad moderna, es decir, de la
sociedad capitalista. Postmodernidad es una inercia deliciosa gracias a la cual,
demasiado fatigados para ver con la razón, accedemos a una lógica superior, la que nos
lleva a bostezar ante las palabras cien veces repetidas, ante esas palabras que ya ni los
oídos ni los ojos pueden preferir al último diseño de Adolfo Domínguez.

("Dejar de pensar" C. Fdez. Liria - S. Alba Rico, Akal 1986)
http://www.rebelion.org/noticia.php?id=74299

. dijo...

Otro que también muerde la mano que le alimenta es Pérez Tapias http://argumentosptapias.blogspot.com/ . Después de todo estar en el PSOE y no criticar las políticas antisociales que hace el gobierno resultaría contradictorio.
http://www.europapress.es/nacional/noticia-diputado-psoe-pide-partido-deje-arrodillarse-mercado-evitar-catastrofe-electoral-20101014164814.html

Saludos

Dizdira Zalakain dijo...

Hola Blues:
Hombre, a mí me resulta increíble que alguien que parece inteligente a juzgar por su blog y que milita como diputado del PSOE se haya enterado en 2010 -¡30 años de retraso!- de para quién trabaja su partido, de quién manda realmente en él y de qué función desempeña y ha venido desempeñando en España. Me recuerda a esos personajes tan poco creíbles de las películas de terror que, a pesar de todas las evidencias, insisten en pasar la noche en esa tétrica mansión en la que han encontrado el cadáver decapitado de un turista...