jueves, 28 de octubre de 2010

Gran Bretaña vende el 50% de sus bosques.

El gobierno británico privatizará sus bosques. La noticia es espeluznante, no solo por el valor ecológico e histórico que esos bosques tienen. Al fin y al cabo, se trata de una nimiedad en comparación con la tala sistemática, por ejemplo, de la selva amazónica. Lo pavoroso de la noticia es que esto lo debe hacer quien se supone que es uno de los países más ricos y poderosos del mundo, porque, según dice su gobierno, es preciso para cubrir el déficit público. ¡El estado debe vender, impotente y humillado, las tierras que eran de todos a unos mafiosos individuales! Resulta muy revelador que se argumente que la venta se hace para paliar la crisis, pues en esto se ve la naturaleza real de esa llamada crisis: si Gran Bretaña está en crisis ¿cómo es que algunos de sus ciudadanos tienen suficiente dinero como para comprar un bosque entero? Sólo con este caso se hace evidente que la crisis no consiste más que en una agudización del robo de los bienes públicos por parte de corporaciones privadas. Eso no es una crisis: es un delito, un robo masivo a toda la ciudadanía con la connivencia de quienes deberían velar por evitarlo.

Los bosques emblemáticos de Gran Bretaña, como el de Sherwood, se han conservado hasta hoy porque desde la llamada época oscura de la Edad Media, tan supersticiosa y brutal al parecer, existían unas leyes para regular la tala de árboles. En nuestra época tan avanzada y democrática, sin embargo, ya nada va a impedir a un empresario talar todo el bosque para construir un campo de golf, un Disneyland, un parque temático o cualquier otra mierda semejante. Los temores de Tolkien acerca de unas hordas del mal convirtiendo los verdes bosques en estériles oceanos de alquitrán pestilente se hacen realidad sin que, por desgracia, quepa imaginar que vaya a surgir un Frodo o un Gandalf que lo eviten. Ahora se comprende que el famoso anillo que todo lo corrompia no puede sino ser la metáfra del Capital.
Estos bosques, que antes eran la orgullosa propiedad de los británicos van a estar cerrados: ya no podrá pasear por ellos cualquiera. En la Europa de las libertades y la propiedad privada, los ciudadanos no podrán poseer una vivienda, sino que la poseerá el banco, ni podrán salir al campo, porque será del banco... Lo apocalíptico del asunto se apreciará mejor al comprender que no solo son las personas de ideología izquierdista o ecologista las que lamentarán que esto ocurra. Si los más reaccionarios e imperialistas de la Inglaterra victoriana con la reina al frente resucitasen para comprobar que su país se vende a trozos, como una familia arruinada vende las joyas al prestamista, volverían al infierno a donde fueron arrojados por no tener que contemplar tal cosa. Y es que esto debería doler también a los patrioteros, a los fachas, hasta a los aficionados a la caza del zorro. Sin embargo, como borregos anestesiados, como borrachos tambaleantes, todos, sin excepción, se dejan robar, expoliar, matar sin oponer resistencia.
Buscando datos sobre el bosque de Sherwood nos encontramos con una curiosa noticia de hace justamente tres años, en la que se nos contaba que el gobierno británico había destinado 75 millones de euros para repoblarlo. Esta inyección de dinero público poco antes de que se dé a conocer la iontención de privatizarlo suena muy mal. Especialmente culpables suenan estas palabras del responsable de la Comisión forestal, Austin Brady:
"la gente puede preguntarse que qué prisa nos ha entrado ahora si hemos podido esperar tantos siglos, pero si no lo hacemos en la próxima década probablemente habremos pasado el punto tras el que ya no sea posible devolver la plena vitalidad al bosque. Dentro de un siglo ya no existirá y entonces las siguientes generaciones lamentarán que nosotros no lo salváramos".
¿Cabe creer en la inocencia de estas palabras, pronunciadas por alguien que debía ya tener alguna información dado su cargo acerca de la inminente privatización del bosque? El futuro dueño del bosque de Sherwood estará contento: los impuestos de sus conciudadanos se han utilizado para adecentar su futura finca. Qué bien.
Y el bosque en el que cuenta la leyenda que vivía un hombre que robaba a los ricos para dárselo a los pobres pasará a ser propiedad de un rico que roba a los pobres lo poco que les quedaba.

3 comentarios:

quebrantandoelsilencio dijo...

Me pregunto con que derecho el Estado vende la naturaleza al mejor postor como si fuera un objeto de decoración.

Anónimo dijo...

Y por qué nos extraña. Se podrían decir tantas cosas, se puede mostrar tanto rechazo ante la estulticia, ante la incompetencia y estupidez más absolutas, ante la dejadez, desidia, oportunismo, cinismo, ... Sólo se me ocurre decir: se llama capitalismo y es la mayor de las enfermedades que jamás ha padecido el ser humano. No sólo hay que vacunarse contra el capitalismo, sino hacer desaparecer la enfermedad, erradicándola para siempre.

Dizdira Zalakain dijo...

quebrantandoelsilencio:
Con derecho, ninguno. Pero sí con el enorme poder de extorsión criminal de las corporaciones privadas, que los colocan en sus escaños y los mantienen ahí hasta cuando les conviene.

PMBachiller:
Tienes razón: no hay que extrañarse de nada. Como dijo Marx ya en el Manifiesto Comunista de 1848, con el capitalismo "todo lo sagrado es profanado." Para combatir a esta lacra, en efecto, hace falta también abandonar toda consideración, pues nada puede tampoco ser sagrado para combatir esta enfermedad de la humanidad que es mortal por definición.