El año pasado el Innocenti Research Center, un organismo dependiente de UNICEF, publicó un informe que, por voluntad de las agencias de noticias, se repitió hasta el aburrimiento en periódicos y emisoras de radio y TV del estado español. Los titulares decían cosas como ésta:
"España, segundo país con la tasa de pobreza infantil más alta de la OCDE."
En principio el titular puede colar. Sobre todo porque casi nadie sabe qué es eso de la OCDE, ni cuántos países la conforman.
Pues usemos a nuestro amigo Google para comprobarlo:
La página web de la propia OCDE parece una buena fuente de información. Un precioso lema nos da la bienvenida: "Mejores políticas para una vida mejor". Esto es por si alguien todavía pensaba que la OCDE era un organismo políticamente neutral. Su lema de entrada ya nos advierte que hay políticas mejores para mejorar la vida. Lo que no nos dice es la vida de quién o de quiénes. El informe que vamos a estudiar hoy parece demostrar que, al menos la de los niños pobres, no.
Pero vayamos al listado de países miembros de tan filantrópica organización. Son 34 y entre ellos tenemos a los principales países de Europa Occidental, a algunos países del antiguo bloque socialista, Estonia, Eslovaquia, Chequia, Eslovenia y Hungría; a EE.UU, Chile y México en América; a Corea del Sur, Japón, Australia, N. Zelanda y Turquía en Asía y Oceanía y a los territorios de Palestina ocupados por los sionistas a los que, sorprendentemente, la comunidad internacional considera nación soberana bajo el nombre de Israel. En resumen, que en la OCDE está lo mejorcito de cada casa.
La sorpresa surge de inmediato. ¿Cómo es posible que España sea el segundo país con mayor pobreza infantil de ese listado y que el último sea Portugal, según insisten los titulares? ¿Significa eso que nuestros niños viven en peores condiciones materiales que, por ejemplo, los de México, Turquía, Chile o Eslovaquia?
Afortunadamente, la fundación IRC publica sus informes en la red. La lectura del informe de referencia nos permitirá comprobar dos cosas fundamentales, que convierten al titular en -una vez más- una mentira sensacionalista y chapucera.
Primero, el objetivo principal del informe no es valorar la tasa de pobreza infantil, sino el nivel de desigualdad. Lo que se pretende no es ver cuántos niños pobres hay y hasta qué punto lo son, sino hasta qué punto es grande la brecha que existe entre un niño "normal" y uno pobre. En resumen, y en expresión del propio informe, hasta qué punto se permite que los niños se queden atrás. Esto se realiza comparando a un niño que tenga a un 50% de los niños por detrás de él con el de un niño que solo tenga al 10% de los niños por detrás de él. En este sentido, España no queda la penúltima, ni Portugal la última. El país que se queda en la cola es, curiosamente, EE.UU., junto con Grecia e Italia.
Segundo, la tabla estadística en la que España sí queda la penúltima no tiene por objeto evaluar la tasa de pobreza infantil, sino hasta qué punto las políticas sociales son eficientes para combatirla en cada país. Así, se establece cuál sería el porcentaje de niños pobres en un país si no hubiese políticas sociales y en qué se queda una vez que esas política sociales se han aplicado. Con ello tenemos que, de no haber políticas sociales correctoras, el Reino Unido tendría un porcentaje de niños pobres mucho mayor que el de España o Portugal (¡un 26´4%!). Por cierto, que en esta tabla se demuestra, eso sí, que España no gasta un duro en política social -pese a lo que nos venden a diario los medios de comunicación. Así, mientras que Hungría o Irlanda reducen drásticamente su nivel de pobreza infantil, España lo deja casi intacto.
Tercero: En ninguna de las tablas en consideración están incluídos los 34 países de la OCDE "por falta de datos." En la tabla que mide la desigualdad, solo están 24 y en la que mide hasta qué punto las políticas sociales corrigen la pobreza, solo hay 21. Por eso es por lo que España sale en el penúltimo puesto: de esos 21 todos son europeos. Es una pena que "falten datos", porque sería muy ilustrativo ver cómo la economía más poderosa del mundo y el país más democrático del mundo, EE.UU. estaría situada en esta tabla.
Afortunadamente, sí tenemos datos de finales de los 90 y nos encontramos con que EE.UU. era el país con mayor pobreza infantil tras México. Desde entonces los niños en situación de pobreza han aumentado en 2´5 millones.
Desde que en el siglo XIX la inglaterra victoriana -que explotaba masivamente a los niños en sus fábricas- inventó el mito hipócrita de la protección de la pureza y la bondad infantiles, la pobreza infantil genera en los ciudadanos occidentales un poco más de conmiseración que la de los adultos. Éticamente, tal cosa me parece absurda, porque tan injusta y dolorosa es una como otra y, además, casi siempre la primera no es más que la consecuencia de la segunda. Pero en cualquier caso es una idea que empieza a resultar molesta a los amigos del FMI y organismos afines. Para el pensamiento liberal económico, la culpa de que existan los pobres la tienen ellos mismos, que no han sido buenos y responsables trabajadores, o emprendedores e imaginativos empresarios. Pero aquí los niños pobres les quitan argumentos: son pobres sin que quepa atribuírles culpa alguna en este sentido, pues aun no han tenido tiempo de ser vagos y carentes de imaginación. ¿O el neoliberalismo va a postular ahora un nuevo pecado original por el que quepa justificar esta aberrante y global injusticia?
Si creyera en los Reyes Magos, les pediría que trajeran una muerte lenta y dolorosa a todos los explotadores del mundo. Qué mejor regalo para los niños explotados.
martes, 4 de enero de 2011
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