viernes, 17 de abril de 2009

Eroski está lleno de zombis.

George A. Romero fue profético al ofrecernos en la segunda parte de su trilogía una visión terrible y apocalíptica en la que los yankis, infectados y transformados en zombis, acudían a las grandes superficies comerciales porque recordaban de alguna manera rudimentaria, sus hábitos anteriores a la muerte cerebral.
Ya ha pasado. los medios de comunicación nos han transformado en zombis y todos los sábados, regularmente, familias enteras arrastran sus cuerpos a estos lugares claustrofóbicos e idiotizantes.
Devoran comida basura, al igual que los zombis de Romero devoraban seres humanos. compran compulsivamente cosas que no necesitan impelidos por un frenesí consumista irrefrenable que proporciona, sin duda, una gran satisfacción momentánea, la cual desaparece en cuanto uno llega a casa y vacía el contenido de las bolsas.
Todo está diseñado para el entretenimiento familiar. Incluso se han preparado espacios para los niños: piscinas de bolas, toboganes, etc, para que los padres puedan engullir y comprar tranquilos. El horror máximo llega cuando se contrata a terribles payasos estridentes que se dirigen a los niños como si fueran retrasados mentales y basan su eficacia en el grado de decibelios que llegan a alcanzar en sus patéticas actuaciones. Nunca he visto un espectáculo tan triste y demoledor como el de la mayoría de los payasos. Pobres críos.
Para empujarnos a estos lugares, nos quitan los cines del centro de las ciudades y los trasladan allí, como no, junto a una mierda de hamburguesería con olor a fritanga rancia, cuyo nombre no voy a mencionar para no hacerle publicidad.
Los cínicos partidarios de estos centros de aborregamiento masivo nos venden la monserga de que generan empleo. Tengo una amiga que trabaja como cajera en Carrefour y gana 600 euros mensuales. Por las mañanas debe limpiar casas para poder llegar a fín de més. ¿Qué clase de trabajo es éste..?. Además, mantienen una enorme bolsa de eventuales a las que llaman en época de mayor trabajo, pagándoles una miseria. Deben estar disponibles en cualquier momento, como si se les movilizase para una guerra, porque, en caso contrario, pierden su lugar en la lista. Por supuesto, esta legión de eventuales carece de cualquier derecho sindical y, en muchos casos, las chicas son contratadas a través de ETTs, los nuevos mercaderes de esclavos de nuestro tiempo, que pueden percibir hasta un 45% de su salario.
Para concluir, al desalojar nuestras ciudades, arruinan a los pequeños comercios tradicionales que se ven obligados a cerrar sus negocios asentados en calles desiertas y fantasmales.
Todo esto no es casual. Está bien meditado por las multinacionales de la alimentación y de la información-manipulación. Comeremos lo que los capitalistas nos digan y dónde nos digan, veremos las porquerías de sus películas, compraremos su ropa y seguiremos alienándonos, alimentando el engranaje interminable.
¡Enhorabuena, ya somos zombis!


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