Desde que las revueltas populares estallaron en Túnez me ha dado muy mala espina comprobar que los medios de comunicación al unísono -como para todo lo que realmente importa- apoyan al pueblo revoltoso y condenan al tirano. La cosa resulta aun más extraña si hacemos memoria y comprobamos que durante decenios estos tiranos aliados de EE.UU. han sido alabados por esos mismos medios por su lucha contra el integrismo islámico y las relativas prosperidad y paz que han traído a sus respectivos países. Los medios apenas si los censuraban por prohibir a los partidos políticos comunistas e islamistas. Ninguno ha presentado en primera página las innumerables revueltas lideradas por los Hermanos Musulmanes de Egipto y reprimidas con una crueldad repugnante una y otra vez, durante años y años, casi siempre tras la celebración de las sucesivas elecciones fraudulentas. Es más, cuando estas noticias aparecían en la prensa, los revoltosos eran tildados de fanáticos integristas conectados con Al-Qaeda.
Ahora, sin embargo, todo ha cambiado. Ayer observé al inefable Matías Prats Jr. lamentar compungido la cerrazón del régimen de Mubarak y al corresponsal en El Cairo presentar como héroes de la democracia a quienes hasta ayer eran fanáticos.
En los telediarios también se colaba el nombre de un señor, Mohamed El-Baradei, que se ofrecía para "liderar la transición". Nadie le ha votado, no ha estado en ninguna de las manifestaciones de los últimos decenios, pero los medios y él mismo se autodesignan como sustituto de Mubarak. Este El-Baradei es uno más, junto con Obama, de la nómina de Premios Nobel de la Paz. Ha sido miembro de la Agencia Internacional de Energía Atómica. Es de suponer que para ganarse a los egipcios hará valer el hecho de que en su tiempo estimó que Irak carecía de armas de destrucción masiva y que había que utilizar la vía diplomática para evitar que Irán se hiciese con la bomba atómica. Sin embargo, lo cierto es que este tipo ha formado parte durante años de un organismo imperialista como la AIEA y que, con todo, le pareció decente imponer a países soberanos como Irak o a Irán unos criterios sobre armamento que sin embargo les son tolerados a EE.UU o Israel, por ejemplo.
En los telediarios también se colaba el nombre de un señor, Mohamed El-Baradei, que se ofrecía para "liderar la transición". Nadie le ha votado, no ha estado en ninguna de las manifestaciones de los últimos decenios, pero los medios y él mismo se autodesignan como sustituto de Mubarak. Este El-Baradei es uno más, junto con Obama, de la nómina de Premios Nobel de la Paz. Ha sido miembro de la Agencia Internacional de Energía Atómica. Es de suponer que para ganarse a los egipcios hará valer el hecho de que en su tiempo estimó que Irak carecía de armas de destrucción masiva y que había que utilizar la vía diplomática para evitar que Irán se hiciese con la bomba atómica. Sin embargo, lo cierto es que este tipo ha formado parte durante años de un organismo imperialista como la AIEA y que, con todo, le pareció decente imponer a países soberanos como Irak o a Irán unos criterios sobre armamento que sin embargo les son tolerados a EE.UU o Israel, por ejemplo.
En mi opinión estas revoluciones toleradas por Obama y bendecidas por los medios son revoluciones dirigidas por EE.UU., por más que la gente que está en las calles de El Cairo no lo sepa, lo mismo que los españoles de los 70 no sabíamos quién estaba dirigiendo la transición.
Pero ¿para qué querría EE.UU. acabar con los regímenes más o menos autocráticos del Magreb? Son regímenes aliados de EE.UU. y absolutamente represivos contra comunistas e islamistas, los grandes enemigos mundiales del imperio. La respuesta la podemos encontrar en la historia de nuestro país. También el régimen franquista era fiel aliado de EE.UU. y un baluarte contra el comunismo. Sin embargo, EE.UU. no dudó en acabar con él cuando lo creyó oportuno.
El problema de Egipto o de Túnez es que eran países con estados demasiado fuertes. Estados leales a EE.UU., pero estados. Las políticas de Túnez o Egipto eran capitalistas, sí, pero los estados nacionales -y nacionalistas- por su propia naturaleza, no son lo suficientemente abiertos a la rapiña colonial por parte de las transnacionales. Un ejemplo paradigmático y perfectamente conocido por todos lo supone la política egipcia en uno de sus sectores más productivos: el patrimonio histórico. El estado egipcio, a pesar de su caracter dictatorial y capitalista, ha venido ejerciendo un tutelaje y control férreos sobre sus valiosísimos bienes arqueológicos. Este jugoso negocio es algo que una multinacional no puede dejar en manos públicas.
El nuevo orden mundial no tolera a los estados, no tolera lo público. Los estados son el mayor obstáculo para establecer su globalización. Su lema es: ninguna ley, ninguna frontera, ninguna restricción política o religiosa para los asesinos y ladrones masivos. El nuevo orden ya no precisa a los tiranos aliados. Éstos ya han hecho su papel. Ahora necesita títeres absolutamente inoperantes, privados de medios económicos o de fuerza militar para siquiera atreverse a decir algo en contra de los dictados de quienes de verdad mandan.
Cuando El-Baradei o algún otro títere similar sea aclamado por los medios de comunicación y por Obama nuevo presidente de Egipto, los comunistas y los islamistas, una vez utilizados, volverán a estar prohibidos, volverán a ser asesinados y encarcelados y esta vez ningún medio nos lo contará. Porque ya no serán tontos útiles -como lo fueron los activistas a los que se permitió asesinar a Carrero Blanco.
El fuerte estado egipcio y el relativamente próspero estado tunecino se verán reducidos a mera sucursal política de las transnacionales, cualquier asomo de soberanía y de política social se esfumará y el Magreb pasará a ser un nuevo territorio sin ley ni orden, sin más ley y orden que el expolio y la destrucción capitalistas.
Ni que decir tiene que insha´Allah me equivoque. y, en efecto, sea verdad que soy una conspiranoica.
P.D. He encontrado este artículo de hace cinco años en voltairenet que me parece muy ilustrativo.
Si se realizaran ahora unas elecciones limpias y libres, los Hermanos Musulmanes arrasarían, esto lo saben todos. Es preciso aclarar que este partido alegal promulga un islamismo moderado al estilo de Erdogan en Turquía. Sorprende, por tanto, que USA prefiera a un gobierno islamista, aunque sea moderado, que a un tirano como Mubarak. ¿Dónde está la trampa?
Pienso que el futuro pasa por El Baradei como nuevo hombre de paja, conciliador, moderno y amigo de Obama, como líder de la "transición". Si este artículo de Voltairenet da en el clavo y la CIA se ha encargado de captar a las élites de los Hermanos Musulmanes para que pasen por el aro, estos Hermanos Musulmanes desactivados desde dentro podrían formar un futuro gobierno títere, al estilo de lo que ocurrió con el PSOE desactivado desde dentro durante la transición española. Mi triste opinión es que, en ningún caso se tratará de una revolución auténtica. Si al final lo es, ya se encargarán los medios de avisarnos. Será cuando se diga que los fanáticos y los terroristas se han adueñado del país, como ocurre con Irán.